lunes, 21 de marzo de 2011

LOS DÍAS QUE YA NO PODRÁS VER



Mis hermanos y yo tenemos una cierta habilidad dibujando, Xisco el que más. Y no es casual, es algo que habremos heredado de mi padre. Él nació con un tímpano perforado y un ojo vago, del que fue perdiendo la visión paulatinamente, quizá por no llevar los parches o por no poder operarlo, algo que tampoco daría resultado con mi hermano más pequeño, aunque él sí ha podido conducir, con un tiempo de revisión especial. Imagino que por ello, cada vez le costaría más dibujar y poco a poco dejaría de hacerlo excepto en garabatos ocasionales al teléfono o haciendo sus pasatiempos en el salón; por esas dos limitaciones sería por lo que se identificaba tanto con Beethoven y Goya, completamente sordos –se veía todas las películas que hacían, admiraba su obra y su vida- un temor que le acompañó siempre aunque lo expresara muy pocas veces, quedarse sordo y ciego por completo.

Hace mucho tiempo, me había enseñado sus dibujos, recordaba unos a lápiz y otros de colores; primero encontré aquella libreta en la que trabajaba en 1997, con retratos de su familia ya que todos habían muerto por entonces y él no tenía mucho que hacer aparte de sus reparaciones aquí y allí, tanto para nosotros como para vecinos y amigos, le habían despedido hacía pocos años de quizá la única empresa en la que trabajó aparte del negocio que tan mal le salió y ya nunca volvería a cotizar, estuvo veinte años jubilado lo menos. Creo que un día yo subiría a ver qué hacía tanto tiempo en el desván y tuve suerte, porque estaba de buenas y en vez de enfadarse y soltar cuatro exabruptos como hacía tantas veces, me explicó que estaba dibujando a toda su familia, -sus padres, sus tíos, eran muy pocos- ayudándose con fotos y un poco de memoria, también me enseñó una carpeta con sus dibujos de cuando era joven, me volvió a contar que en su escuela el maestro le hacía dibujar cosas en la pizarra para que los demás las copiaran en clase. Y esta también la he encontrado, he hecho unas fotos algo penosas, no soy Richard Avedon, para que veáis algunos de estos sobre todo retratos, entre otros y empezar a construir un recuerdo lo más nítido posible de cómo ha sido mi padre estos treinta y seis años que hemos pasado con él.

Al final sólo dibujó a sus padres y a sus tíos, a su hermano, a mi madre o a nosotros cuatro nunca llegó a hacerlo, es muy probable que le supusiera demasiado esfuerzo dada la condición de sus sentidos y su edad en aquel momento. He aquí sus padres, en distintas edades, su abuelo materno y una de sus tías.








A ella nunca la conocí, murió cuando yo tenía meses. Mi madre sí, y me ha dicho muchas veces que era muy buena, que le gustaba cocinar y que nos hubiésemos llevado bien; mi padre me dijo en una ocasión que yo era una romántica como ella, me pregunto cómo sería.







A mi abuelo le conocí hasta los seis años, sólo recuerdo que llevaba boina, roncaba mucho y que un día se enfadaron a la hora de comer y hubo película de italianos. Hay fotos suyas conmigo en su regazo, recuerdo el día que falleció porque nos llevaron a casa de una de mis tías y toda la casa estaba llena de gente, como en el velatorio de “Volver”, antes todo era así, el de mi abuela prestada fue igual. Ahora vas al tanatorio y es más o menos lo mismo, pero la persona está en una urna refrigerada, en vez de en una habitación cualquiera de su casa cubierta con una especie de velo, en el ataúd abierto.








A mi bisabuelo no le conocí, claro, y a mi tía abuela tampoco, al parecer era muy divertida y decía cosas como que no te lavaras la cabeza nunca y que no te pusieras supositorios; una mala experiencia, supongo.







Este es mi padre con diecinueve o veinte años, se había retratado a sí mismo en la tapa de su álbum de dibujo, el otro es su padre, tal como sería por entonces; una de las cosas que me sorprendían, es que siendo todo lo poco moderno que fue siempre, le llamaba “el viejo”, en castellano y decía que no contaba nada, es por eso que no sabemos qué hizo en la guerra o en la península, sólo que vivió por Segovia y Aragón con nuestro bisabuelo el carabinero, que una noche en el pueblo vinieron a buscarle y él les esperaba tras la puerta con un hacha, pero al final pasaron de largo, y que no quería que mi padre y su hermano llevaran camisas azules. Teniendo en cuenta que la familia de su mujer era del otro bando, me imagino las comidas familiares. Además, sé que había sido herrero, había estado militarizado muchos años y que arreglaban bicicletas, no sé si él también sabría dibujar, pero sé que sabía bailar, como mi padre y su hermano, lo que él bailaba polkas –dicho por mi madre ayer mismo- y ellos rock’n’roll; por cosas que me contó, siempre he tenido la impresión de que mi padre fue extrañamente feliz en su mili en Palma, a la que se presentó voluntario, y en la que gastaba bromas y cada día se cambiaba de litera para que no pillaran “al de las gafas”, aunque no le gustase lo autoritarios que eran. Ahora cobra sentido para mí que una de las últimas cosas que creyó fue que tenía diecinueve años, como cuando ganaba concursos de baile, iba a semanas culturales y a todas partes y supongo que su vida empezaba, igual se dormiría creyendo que al día siguiente podría ir al Passeig Marítim a bailar.

Le gustaba leer y solía dejar periódicos y peligrosísimos libros de ocultismo guay de los años setenta por la casa para que nosotros nos aficionásemos a la lectura, lo cual ha dado bastante buen resultado; aunque no tenía estudios, lo que sabía de electricidad lo había aprendido trabajando y leyendo manuales por su cuenta, además podía arreglar cualquier cosa y se las ingeniaba para por ejemplo, hacer una tapa nueva para la cisterna, sabía hacer un poco de todo. Intentó ir a un curso para adultos, no sé si de bachillerato, cuando yo tenía diez años; al leer una de sus redacciones, me quedé muy preocupada, porque mi padre, que era mayor, apenas sabía redactar. Sé escribir más que papá, eso fue tan desconcertante.

Le gustaban mucho los tebeos y la ciencia-ficción, de pequeña leía los tebeos de Conan y Vampirella –esa señora tan maja a la que se le aguantaba el vestido y no veía cómo- y creo que algunos tipo Creepy que estaban en el desván, y que ya no están, es posible que los tirasen. Sin embargo, ahí siguen todas sus novelitas de CF y las de La Quinta Dimensión, unos libros negros de relatos y similares, yo leí algunos cuentos, pero no me gustaron mucho, sólo recuerdo el de Miss Universo que es igual que el episodio de Futurama en el que Lila gana un Miss Universo literal y a lo mejor algo de Ray Bradbury.

Me explicó que tenía una colección de sus cómics encuadernada –me imagino que de “El Jabato”, “El Capitán Trueno”, “El guerrero del Antifaz”, “Mandrake el Mago” o “Flash Gordon”, los que mencionaba más a menudo- y que se la prestó a alguien que nunca se la devolvió. Espero no ver nada con el nombre de mi padre en ningún Expocomic, porque siempre pensé en encontrarlos y devolvérselos, bien por las buenas, bien por las malas, a lo mejor le habría gustado o le habría parecido absurdo, quién sabe. Siempre le hizo mucha gracia que a mis amigos les gustaran los cómics, lo veía como una cosa de niños, pese a que estos dibujos evidencian que en algún momento pensaría en dedicarse a ello:






Sus dibujantes favoritos eran Alex Raymond, Jack Kirby y deduzco que Barry Windsor-Smith, porque siempre me decía que el de Conan dibujaba muy bien y una de las historietas que tenía y que yo leía una y otra vez no es otra que “Clavos rojos”, en cambio, Will Eisner no le gustaba nada, aunque lo conocía. No dijo que fuese malo, tengo la impresión de que lo que no le gustaba eran los temas de sus historias.









También hacía dibujos muy propios de la época, como estampas toreras y religiosas, se las pediría el público, o mi abuelo, que le gustaban mucho los toros y solía hablarle de eso a mi hermano Xisco cuando estaba en la cuna. La dama del gorrito imagino que sería algún personaje de un cuadro, a @Arredro le gustó mucho.

De mí no le gustaba que dedicara tanto tiempo a algo que para él sólo eran aficiones, como leer, escribir o que fuera tan fantasiosa, quería que estudiase y trabajase en algo serio, cuando me veía harta de limpiar bolsos en el souvenir, en mi primer trabajo, intentaba consolarme diciéndome que un día tendría un trabajo mejor, no sé si eso lo verá alguien algún día. Luego me decía que es lo que estaba pensando siempre, y a veces se resignaba y decía que siempre viviría más en mi mundo que en la realidad.
Solía contradecirse mucho, no era el más delicado del mundo, aunque fuese buena persona, a veces tenía muy mal genio. En parte, le hacía gracia que yo siempre estuviese protestando, tal como hacía él, recuerdo un día en la cocina en el que estaba sentada mirando las baldosas, sería joven, estaría triste, y vino y me dijo que mamá no podía entenderlo, pero que él y yo siempre seríamos rebeldes. A veces tenía gestos así, y sé que por mucho que nos criticase a la cara, luego se iba por ahí a hablar bien de nosotros, y que nos quería, aunque a veces no supiera demostrarlo.

También era fanfarrón, siempre nos hablaba de todas las peleas que había tenido de pequeño y cómo lo había dejado a los dieciséis porque uno se le había quedado inconsciente, intentó enseñarme a pelear cuando era pequeña, pero jamás le hice caso, siempre he sido consciente de que si te acosan, lo peor que puedes hacer es intentar enfrentarte solo a un grupo, no admirarán tu valentía y te respetarán, te harán trizas porque son más. Así y todo, se empeñaba en amenazar con pegar a este y al otro siempre que alguna de nosotras tenía un problema con alguien, cosa que no iba a volver a hacer en su vida, por suerte, supongo que cierto hotelero respirará aliviado, o no, porque lo que le pueda decir si me lo encuentro será peor que cualquier paliza.

Solía contar que había sido el primero que había llevado vaqueros en el pueblo, que las hamburguesas y la bebida del Imperio no le habían gustado, que había sido del CDS pero se había ido porque no le daban trabajo, y que había ido en vespino a ver a Serrat; no triunfó económicamente por lo que no estaba a la par con sus amigos de la infancia y eso nos granjeó el desprecio de algunos miserables nuevos ricos, que han procurado hacernos la vida más difícil todo lo que han podido y más. En los últimos años que pasé aquí, solía ir al café, a cenas con amigos y siempre le recordaré en el jardín, leyendo el periódico o haciendo sus crucigramas o un día cantando "Hoy no me puedo levantar" como si estuviese de resaca, bailando con mi madre en las bodas, diciéndome que no puedo salir sola por la noche porque soy lo más frágil que existe, diciéndole a algún pariente malicioso que podía hacer lo que quisiera con chicos porque ya tenía veintidós años o riéndose porque de pequeña creía que su trabajo era “manitas de plata” y se me ocurrió preguntarle que si era uno. Y quizá mi mejor recuerdo, cuando nos hizo las cometas a mi hermana y a mí.

No habrá más películas de italianos, nunca más Guarro y Gordi irán de viaje, ya no podré volver a contarle nada o a perdonarle por algo que me haya dicho, no conocerá a los hijos que pueda tener, nunca será tan viejo como aquel señor o aquel otro, no podrá conocer más a @Arredro, no podrá enfadarse por tonterías y ya no podrá reírse de mí por enfadarme por tonterías o asustarme por una pelusa que he confundido con un insecto, ya nunca más escucharé su voz ni su risa ni le veré llorar sólo una vez a la luz del fuego, el día que murió su hermano.

Ya no podré acariciar su pelo mientras hace crucigramas para decirle buenos días, ya no me abrazará la próxima vez que venga, no me irá a esperar el bus y no se empeñará en llevarme la maleta.

Nada volverá a ser como antes y nada volverá a ser para siempre, pero me he propuesto vivir todos los días que no podrás ver, tots ets dies que no podràs veure, papà.


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