domingo, 31 de enero de 2010

IT WAS IN THE BLEAK DECEMBER




Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.

The Raven, Edgar Allan Poe, 1845.



Para mí estos días están siendo como todos los demás del pasado 2009, ese año sabático forzoso para tantos; medio melancólicos, durmiendo a horas raras, convirtiendo cualquier amago de actividad en un esfuerzo cuasi heroico, costándome un mundo todo; posts, comidas, limpiezas, lecturas y relecturas a paso de tortuga, visionados con desgana de lo que fuere: en fin, la imposible organización de la eternidad absoluta, llegando nada más que a perder el tiempo durante cada vez más horas, jugando con mi gatito mutante del Pet Society y actualizando paranoia tras paranoia en mis redes sociales; suerte de muchas conversaciones y algunas meriendas o salidas con amigos, porque si no aún estaría más apática de lo ya habitual. Hasta la decena larga de entrevistas de trabajo que he tenido ha resultado un entretenimiento más, visto el negrísimo panorama.

En este año pasado, el de su bicentenario, el autor de “Berenice” o “Ligeia” parece tener más razón sobre el último mes del calendario que nunca; las navidades siempre me parecieron oscuras, incluso antes de que se le ocurriese a Tim Burton, por traumas como el descrito en el post inmediatamente anterior a este o por esa costumbre ancestral de mi isla que consiste en plantarte un ángel figurado espada en alto en la Misa del Gallo que te canta La Sibila; una bonita composición medieval de las buenas, en la que los peces hierven y no es para una caldereta, es por el Juicio Final.

A pesar del gran inconveniente que supone la incertidumbre económica tanto particular como general, se podría decir que la cosa terminó bien: el sr. @Arredro se empeñó en comprarme un vestido de fiesta y un abrigo nuevo cuando yo estaba dispuesta a comprarme un top en los chinos, cosa que no me fue permitida; creo que el pobre vestido verde esmeralda ha quedado masacrado para los restos por la cantidad de manchurrones infligidos por mi habitual torpeza y el estar mal sentada en la cena de fin de año en casa de doña Be, además de las dos veces que el tul que recubría la falda se enganchó con la pulsera que llevaba y el extraño hecho de que por alguna razón me sentía como las prostitutas de “Aquí a la eternidad”, una impresión tan intensa que llegué a mencionarla en la mesa –“Me vais a perdonar, y está mal que lo diga yo, pero…”- para consternación del resto de comensales, por no hablar de que me dio por llorar en cuánto las campanadas hubieron terminado, no sé si me emocioné porque todos nos abrazamos o porque no pude aguantar más toda la tensión de este año, debida fundamentalmente a la ausencia de perspectivas laborales reales y a una muerte reciente en la familia, quizá la más cercana en muchos años; ni siquiera podía hablarles a mis padres por teléfono.

Me supo mal dejarles algo preocupados, pero no tenía una explicación en ese momento, aunque he de admitir que estoy obsesionada con el tema de “la cuenta atrás”; primero fallecen los hermanos de tus padres y luego quizá, ellos mismos y entonces, como dijo Jane Fonda en una entrevista de “Fotogramas” que jamás he podido olvidar, cuando ellos desaparecen, tú quedas en primera línea, te tienes que encargar de todo y además eres el próximo: es algo para lo que me preparo todos los días y que para mí ya está aquí, no rehúyo estos pensamientos, prefiero enfrentarme a ellos tratándolos como cualquier otro, aunque no lo sean y lo sepa muy bien.

Algún día, no sé si dentro de una semana o dentro de unos meses, escribiré un post sobre todo lo que me ha hecho pensar, recordar y revivir este suceso; ya tengo experiencia en ello, aunque haga ya tantos años de ese primer funeral por una abuela muy querida, que vivía con nosotros desde siempre; obviamente, no podía contarles algo así de ningún modo, así que no les he dado explicaciones, prefiero que piensen que me asaltó una de mis neuras latentes. Y no deja de ser cierto; una vez más triunfa el relato selectivo.
Por supuesto, en una de nuestras conferencias telefónicas intentaron preguntarme el porqué de la llantina, cada uno a su manera: la señora directamente y sacando sus propias conclusiones anticipadas –piensa que les echo de menos, que no estoy bien aquí y que quiero volver; epic fail, madre: eso es lo que usted quiere creer, no regresaré jamás , la fábrica explotó, los souvenirs y los hoteles habitados por las algas- y el señor intentando hacer que hablara de ello por mí misma, aunque al final hayan desistido ambos y el progenitor me haya apuntado a otro concurso de la Pronto, intentando ayudarme a que me toque algo, ya que el azar no es lo mío y él no es hotelero ni constructor; no suelo comprar lotería o cupones porque me considero poco afortunada en lo material y no me fío de lo que se gana fácilmente, creo que como viene se puede ir.

En la mesa, ya a los postres, dije lo de Jane Fonda y la cuenta atrás, pero tranquilos: el resto son cosas que he ido pensando en este largo invierno de 2009, con un enero que parecen tres y rodeada de nieve y malos augurios, aunque este lúgubre primer posteo del año va a tener un apéndice curioso; como explica la amiga Be en este post, en vez de salir y gastarnos un dineral en garrafón, la seño nos repartió tijeras, pegamento y revistas a todos, para que hiciésemos un collage con lo que queríamos para este nuevo año de crisis infinitas. A mí me salió esto:



"Let me not to the marriage of true minds / admit impediments" Soneto CXVI de William Shakespeare.



Comentario de otros artistas presentes al marcharse esta recortadora a las cinco de la mañana, con Sr. @Arredro indispuesto por comer un mucho demasiado del delicioso cordero cocinado por la anfitriona; “Ojalá estuviera aquí para explicárnoslo”, dijeron las pobres personas. Pues ahí va:

Antes de nada, debo exponer la metodología aplicada a este caso; al contrario que en mis carpetas de instituto, no desarrollé una idea y luego acometí el proyecto, simplemente fui recortando todo lo que me gustó; de fondo usé un reportaje en el que Amenábar estaba sentado en una piscina típica de el final del verano llegó / y tu partirás, una cosa septembrina y melancólica como a mí me gusta, al final se ve poco, pero bueno. Lo de Alejandro no es importante, si hubiera sido su jardinero tomándose un descanso también hubiera usado la imagen.

Se supone que tenía que hacer el collage incluyendo a @Arredro, que dijo que no se le daba bien y se negó a hacer uno, en su línea de niño raro del cumpleaños –aunque ahora ya canta en los karaokes- , creo que los libros y la cafetera con sus dos tacitas vienen a representar que espero que las cosas nos vayan mejor económicamente, que estemos más tranquilos y nos podamos permitir una, para que él se pueda enfadar porque ya me he bebido tres cafés hoy, por ejemplo. Con esto me podría beber cinco o seis, imagínense como se mesaría las patillas. No sale más, porque tenía que haberse hecho uno para él y mi subconsciente es muy egocéntrico, como todos los subconscientes. La roca que se cierne sobre la librería probablemente sean mis pensamientos apocalípticos sobre lo mal que va a salir todo haga lo que haga, así me parece siempre todo mejor de lo que es, es mi optimismo a la inversa.

Eso era lo fácil.

En cuanto al resto de troquelados, pienso que tratan sobre el tiempo, la vanidad y quizá la amistad, especialmente entre señoras, que es lo que a mí me ha fallado más en esta vida; sobre esto tendré que hacer aún otro post. Ya llevo dos, este año espero actualizar más a base de hacer acopio de autoamenazas en forma de acumulación vergonzante de promesas incumplidas en posts, so pena de convertir esto en un enorme prólogo.

La parte de vanidad la cumplirían todas esas golosinas japonesas y monas que la chica delgada mira con recelo; en estos tres años he aumentado espectacularmente de peso y aunque voy reduciendo gracias a mi errática rutina de bici y a comer menos cantidad de todo, creo que podría hacer más esfuerzos en ese sentido, quizá es lo más fácil de cumplir, ya que depende sobre todo de mí y no es algo que me obsesione; el ovni sobre la rosa y el –creo- guepardo habla sobre lo deprisa que se me pasa el tiempo en plan surrealista obvio y cutre, aunque el ovni lo he puesto porque tenía que poner un detalle esotérico-festivo por ser yo. Qué menos.
Y sí, el pavo real es la vanidad, la juventud que te suelta la mano y parece que ahora sí, cruza la calle y se va yendo. Seguro que ahora queréis matarme, pero no eran horas y no podía elaborar más mi propuesta, no me van a subvencionar ni a hacer una línea de artículos de papelería, por ejemplo.

Sobre la principal escena, la discusión entre Anne Baxter y Bette Davis en la magnífica y aún vigente “Eva al desnudo” de Manckiewicz, la señorita Be pensó que igual quería yo rollo bollo y el sr. Sark, ausente del cotillón, dijo lo siguiente, al ser preguntado en su formspring sobre el tema:

Si mal no recuerdo el tema de los colajes era "Deseos para 2010" y la significación de esa escena es meridianamente clara para mí.

La escena no es tanto una escena de dos mujeres mirándose o de una intensa ruptura de relaciones entre dos antiguas amigas, la escena es una escena de Cine pero no de cine ni de Cine sino de GRAN CINE. Creo que estaremos de acuerdo en que “Eva al Desnudo” es una de las grandes películas de todos los tiempos, llena de personajes y de momentos, de tramas que van moviéndose como el mecanismo de un reloj y de frases completamente citables. El tipo de película que justifica pasarse a oscuras algo más de una hora. Y, francamente, yo también lo pediría para el próximo año.

Admítelo: Tú quieres cine, quieres más cine, quieres buen cine. Eso es lo que buscas, no rollobollo ni amigas ni starlettes, quieres ir al cine más, ver más cine y, por el amor de ROB!, deseas que esas películas sean BUENAS. Que ya está bien de comistrajos.

Así que yo para el año que viene no puedo más que desearte un Feliz "Eva al Desnudo" y un Próspero "La Fiera de mi Niña".

Pues no, el GRAN CINE siempre es deseable, pero no creo que se trate de eso, y de interesarme por otras señoras más allá de invitarlas a té y pastas y hablar de nuestras cosas tampoco, aunque tiene que ver con ese conversar con otras. Quizá me gustaría que esta vez las amigas me duraran, que no me tenga que ir o que las cosas cambien tan radicalmente como en otras ocasiones y acabe alejándome o siendo alejada por la típica guay que por ser el centro de atención puede querer conseguir que de repente, todo lo que de mí gustaba empiece a ser percibido como molesto, es un temor que es de todos los años, la verdad, estoy acostumbrada a ver como la gente se ciega con el relumbrón de los manipuladores varios y cuando estos se desinteresan y sólo entonces todos se dan cuenta del daño infligido no saben qué decir o qué hacer, la persona ya se ha marchado, ya no confía más en ellos; de ahí las perlas, quiero un collar que no se deshaga al primer tirón, y que no sean falsas o se despinten o se desprendan y se pierdan.



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