domingo, 26 de julio de 2009

MY SISTER LOOKS CUTE IN HER BRACES AND BOOTS




Ayer dormí doce horas, así que esta noche he decidido no hacerlo, a ver si puedo forzarme el sueño, por así decirlo. Llevo en paro desde enero y tras una breve estancia en Mallorca con el Sr. @Arredro y el consiguiente acoso familiar, más o menos en las dos primeras semanas de agosto, tendré que volver aquí y coger el trabajo que sea, ya que se termina el chollo, por así decirlo, que llego a no estar acostumbrada a la inactividad invernal isleña de los seis años interminables que pasé tras un mostrador de recepción y ya habría salido a la calle desnuda con una sartén dispuesta a matar a todos los empresarios, y no sé si debería descartar dicha posibilidad. Es por ello que no puedo dejar de pensar en lo que le ha ocurrido a mi hermana, y espero que no tenga más consecuencias que una incomodidad pasajera.

Ella trabaja en un supermercado-souvenir cutre de los que tanto abundan en los pueblos costeros de la isla, esta es su segunda temporada en él. Hace más de diez años, yo también trabajé en uno con una loca que sólo te tenía en su tienda para humillarte y hacerte repasar bolsos que se caían a pedazos de los siglos que llevaban allí, aparte de no dejar que te sentaras en toda la jornada y teniendo que trabajar tres horas en tu día libre porque ella y su familia de tarados peseteros querían abrir los domingos sí o sí. Puedo decir que aguanté unos pocos meses más de lo esperable por puro orgullo muy mal entendido, y porque fue el primer trabajo que me busqué enteramente por mi cuenta, no quería dejarlo pese a los lloros periódicos y una evidente situación de acoso. No dudo que es uno de los peores trabajos que hay, es muy duro ser cajera, reponedora, policía y limpiadora y que encima te paguen una mierda por seis o siete meses que estás allí, aunque no te exigen tanto como en un hotel, vaya.

Resulta que mirando los perfiles de mis hermanos en el feisbuk, uno de ellos le decía que hola manca y que tuviese cuidado dónde metía el brazo, por lo que decidí llamarla ayer por la tarde para saber si era una broma o qué, pensando que como máximo, se habría vuelto a quemar con el horno de pan, pero la realidad era mucho más preocupante que eso. Mi hermana estaba en una especie de almacén, llevaba dos horas allí -no me dijo lo que estaba haciendo- y creyendo que estaba abajo, dió un paso en falso y se cayó por el hueco del montacargas desde una altura de un primer piso, "más o menos", según me dijo; a resultas de esto tiene contusiones varias y un codo dislocado. Resulta que no tenía barrera o protección alguna y encima estaba a oscuras.

Como la señora es muy amable con ella, tanto en sentido literal como oficioso y económico, no se ha dado de baja por no causarse ni causarle problemas, así están las cosas en este país, y en cierta isla que yo me sé, por triplicado y con copia, que porque trabajan sólo seis meses consienten vivir casi en régimen de esclavitud todos los veranos; fue uno de los principales factores que me decidieron a marcharme en busca de un mayor abanico de oportunidades de ser explotada vilmente en la capital del reino. Que tantos posts de este blog sean de temática laboral no es casualidad.

Como voy a verla pronto, en unos días veremos ese brazo derecho escayolado -la pobre vigila el establecimiento y repone lo que puede, es diestra- y esperemos que no le queden secuelas importantes y que procure poner más atención en lo que hace, viendo las condiciones en las que debe desarrollar su labor, aunque pedirnos eso a la pandilla de empanados que somos por genética sea perder el tiempo.

Por otro lado, este suceso y las despóticas exigencias de la clase empresarial española me hacen temer lo peor, otra vez me veo cambiando de trabajo cada semana, buscando dos o tres sin días libres ni vacaciones por si me falla uno o convirtiéndome en carne de "Callejeros" en pocos años.

También queda el ínfimo porcentaje de fantaseo diverso sobre la posibilidad de participar en una revuelta popular, pero creo que antes me eliminarán de alguna manera sutil en cuánto me llegue la hora de la pensión, algo en plan "Soylent Green", vamos.



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