domingo, 31 de mayo de 2009

PESADILLAS LÚCIDAS



Esta noche apenas he dormido, pero a diferencia de otras ocasiones, no ha sido por simple nerviosismo, sino por una especie de terror nocturno semejante a los que sufriera en mi infancia; aunque haya durado poco esta vez, a mí me han parecido horas y horas en las que no podía conciliar el sueño de ningún modo, convencida como estaba de que algo me acechaba en la oscuridad, sin atreverme a mover un músculo y sin abrir apenas los ojos, tras haber apagado el internet sin mirar hacia atrás, y apagar el ordenador sin cerrarlo para tener un mínimo de luz para llegar a la cama.
Como antaño, los fui abriendo poco a poco, destapándome por tiempos, identificando las formas en la oscuridad como objetos familiares de uso cotidiano, el perchero, el espejo, el bolso colgando, la puerta entreabierta del pasillo, diciéndome a mí misma "Vamos, tontorrona, esto no es verdad, no puede ser cierto, tranquila, vas a despertarte mañana como si nada, como todas las veces que ha ocurrido esto". Y además, algo nuevo, una pobre persona a la que no había que despertar con mis tonterías y que se dedicó a amenizar la agonía mental con ronquidos en distintos tonos que me hicieron pensar en contratar a la Filarmónica de Londres para que grabasen juntos y de paso, consiguió que me riera un poco y me fuera olvidando de la dichosa niña flotante.

Una vez más, mi sed periódica de ocultismo setentero me había llevado a investigar la historia de los cementerios de Madrid de madrugada, con el vago propósito de visitar alguno una mañana de estas fingiendo ser una persona normal, y no una filoesotérica incontenible admiradora del romanticismo decimonónico más trasnochado, y fue por eso que llegué a esa página maldita en la que un ridículo efecto especial de baratillo -mira que si encima lo han hecho con el paint, esto va a ser la risión- y la atmósfera propicia creada por anteriores lecturas hicieron el resto, sumiéndome en una absurda paranoia sin sentido, clara reminiscencia de aquellos miedos infantiles que me provocaban terribles pesadillas de las que salía gritando, creyendo que mi madre era un monstruo de ojos rojos en un falso despertar, tras haber soñado que una de mis muñecas salía sola de una cesta de la compra palpitante manchada de sangre, por poner la más espectacular de todas las que recuerdo.

He consultado esto con mi querido hermano, y me ha asegurado que me había sucedido porque estaba medio dormida, en un estado entre el sueño y la vigilia, y por eso me creí algo a todas luces imposible: aún así, en realidad me preocupa un poco más que eso, con el tiempo, la explicación racional que he encontrado a mi gusto por estos temas, que para mí no son sino ficción, fuente de ficciones y que ya tienen hasta una estética y unos personajes recurrentes -el Friker, el Sierra- tan reconocibles como entrañables a mis ojos, es que se trata de miedos que pocas veces pueden escapar a mi control.
Mi parte racional sabe que sencillamente, no va a aparecer un fantasma que me atormente por las buenas, ahora y entonces sería mejor una miríada de cadáveres bajo la cama que volver a ver a mis crueles compañeros de clase al día siguiente, o el solo recuerdo de aquel terrible sentimiento.

Otro tema interesante es porqué tengo fobia a las niñas -flotantes o no- con camisón de ojos blancos y más o menos muertas o fantasmales, es algo más fuerte que yo y nunca he sabido a qué se debe; aquí ya expliqué algo sobre eso, pero es verdad que esta imagen concreta no sé de donde viene, igual que esta pesadilla lúcida, que menos todavía; el haber descubierto que muchas de las imágenes mentales que me han asustado toda la vida provienen de escenas concretas de películas, en su mayoría, me hace pensar que se trate de esto o de algunos sucesos que marcaron mi infancia, como la explosión de aquel colegio en Ortuella -al final, he decidido confesarlo: solía fantasear con la idea de que eso pasara en mi escuela, yo me metería bajo la mesa como la niña rubia que sobrevivió y al día siguiente tendría una clase nueva con la que quizá congeniase más; cruel, egoísta e infantil, pero cierto- o también podría ser el incendio de un camping en 1978, no descarto que alguna escena dantesca imprudentemente exhibida en algún telediario de la época motivara esa extraña alucinación. Por cierto, que la noche que vi la recreación en "Cuarto Milenio" no lo pasé bien precisamente, hace ya unos meses; es que soy lo peor, soy adicta a lo esotérico, aunque lleve muchos domingos ya sin verlo, pero porque no me parece suficiente y no hablan de los temas que más gracia me hacen, no por nada más. Seguiré el consejo del Sr.Xispo y veré estas cosas a las cuatro de la tarde.

Cabe preguntarse si esto es consecuencia de la inquietud generada por mis negras perspectivas laborales, todo el día suponiendo que tiran mi currículum nada más ver mi edad, y eso que no me han visto a mí todavía, o por algún tipo de crisis personal en ciernes; he tenido pesadillas en otras ocasiones, cuando era post-adolescente en serio y universitaria, y me cercaban las presiones de otros para que fuera como ellos quisieran, por ejemplo. Supongo que el espectro de antiguos desprecios es el más terrorífico, confío en poder exorcizarlo de nuevo en breve.


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