lunes, 8 de diciembre de 2008

RAINING IN MY HEART




Debido a lo lluvioso de la tarde, me ha dado por reflexionar en la oscuridad frente a una pantalla brillante; tengo a @Arredro durmiendo una especie de siesta, por lo que puedo retrotraerme a aquellas madrugadas solitarias veraniegas, cuando ya había empezado a trabajar pero aún no había encontrado alguna amiga para salir y hacer un poco de vida social, una muy limitada, pero social al fin y al cabo; llavors me dedicaba a divagar oculta en las sombras de mi habitación durante horas y horas, hasta que escuchaba los gritos de mi madre diciendo algo de una cena o un atisbo semejante de la realidad cotidiana.

En los últimos tiempos, y sobre todo por la mala situación económica, he tenido que soportar un mayor grado de incertidumbre, y ello entre otros factores, ha desembocado en situaciones de conflicto general, estoy mucho menos dispuesta a tolerar ciertas actitudes, si bien me acuerdo una y otra vez de lo que me dijese mi amiga mexicana de bus durante el último verano que trabajé en hoteles casposos; "una cosa es aguantar y otra tolerar", frase dicha al azar en alguna o varias de nuestras conversaciones de entonces y que se me ha convertido en mantra personal.

La verdad es que estar en Madrid parece que tiene su lado negativo, si bien parece que se debiera casi de forma exclusiva al ambiente laboral oscuro y casi neofranquista que debo tolerar en el trabajo; pese al espectacular despliegue de furia del post anterior, también hay algún momento bueno, y como me pasa siempre que un nuevo vómito verde de esta niña poseída se estrella contra el parquet, pienso que quizá podría haber sido más moderada.
Así y todo, con la ausencia de F.,S. y P. ya hay muy pocos momentos buenos, un quince por ciento aproximadamente, el resto es silencio, grisura y partida de Tetris. De hecho, estoy empezando a admirar la actitud que F. tuvo en todo momento, de no hablarle a casi nadie y no compartir nada con ellos, es quizá la mejor política cuando tus compañeros son esa gente normal que algunos idealizan tanto, como el Pérez-Reverte, que dice siempre que no pueden ser imbéciles o malvados, y ya lo creo que lo pueden ser, y muchos poseen ambas cualidades, no sólo una. Como se nota que alguno hace demasiado tiempo que no habla con la dichosa gente.

Luego encima va a ser Navidad, algo que he conseguido que me dé igual, hasta me sorprende ver de repente las lucecitas por todas partes y me encuentro a mí misma preguntándome que significan, como si fuera alguien que desconoce lo que es la religión, un punto al que me congratulo de haber llegado; voy a seguir desaprendiendo todo concepto religioso, a ver si un día me levanto y se me han ido hasta las expresiones tipo "Por Dios", "Dios Mío" etc. etc., sería el estado ideal. Si os felicito será por pura educación y porque sois amiguitos, que nadie se haga ilusiones.

En general, me siento más tristona, gorda y viejuna que otras tardes desocupadas, y me da por pensar cosas raras; desde que estoy aquí tengo una sensación recurrente muy extraña, que me suele asaltar en momentos depresivos: me imagino que toda esta vida nueva es un sueño y que un día u otro me voy a despertar sola en mi cuarto, en casa de mis ancianos y cascarrabias padres, en ese pueblo en el que siempre me he sentido como una apestada y que todo esto no habrá sido más que una aventura onírica muy vívida sobre algo que yo no puedo ser. De algún modo, espero que todo se vaya a la mierda y que todos mis planes, los que sean, fracasen, sigo sin poder creer que lo he conseguido, me parece que sigue habiendo posibilidades de que me cojan y me obliguen a volver a donde supuestamente pertenezco, que se pasen días, meses y años diciéndome "lo ves, tú no puedes tener esa vida, tú estás destinada a esto". Y al mismo tiempo, me siento culpable por imaginar toda esta paranoia, pensando que sólo por expresarla se cumplirá de forma inexorable, como una de esas "profecías autocumplidas" que dice la Policía Mental.

Menos mal que ya me estoy haciendo gracia y todo.

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