sábado, 22 de diciembre de 2007

DECIR LAS COSAS A LA CARA



En este trabajo no han hecho entrevistas, han hecho un casting.

Alguno de mis peculiares compañeros de trabajo, esta misma semana



Debería estar más contenta, ya que el otro día nos metieron en un despacho y nos dijeron que nos renovaban hasta marzo; sin embargo, esto se ve enturbiado por una ligera depresión navideña y por tensiones diversas en el ambiente...pero empecemos por el principio, contrariamente a mi fea costumbre de empezar las historias por la mitad y enlazar con temas que llevan veinte minutos fuera de la conversación.

En esta empresa son muy raros; te tratan muy bien, el sueldo es bastante bueno, tienes los findes libres, te pagan las horas extra y te dan galletas. Por si esto no fuera suficientemente inquietante, los jefes son unos cachondos que tienen una planta de marihuana de plástico en los call-centers del edificio, puedes protestar y te hacen caso y como mucho, sólo intentan alguna tímida estrategia para que no nos relajemos demasiado; como hacernos creer que todos íbamos a continuar, pero que iban a echar a uno. El problema es que ante el ataque de histerismo de una compañera concreta han tenido que decir que se trataba de una broma, les ha salido el tiro por la culata.

Y ahí está la falla, la diversidad de fauna existente y el hecho de que están empezando los peces a pegarse mordisquitos, sobre todo porque dos de las personas con las que trabajamos parecen tener evidentes trastornos de personalidad, y si no, que me lo expliquen, voy a empezar por describir a estos dos.

Una de las chicas es una treintañera larga que parece obsesionada con la posibilidad de que una ETT la haga fija -seguro que ya hay novelas de Ciencia-Ficción sobre eso- y acosa a coordinadores y secretarias día y noche, aparte de no relacionarse apenas y haberse atrevido a falsear sus estadísticas haciéndose la pobrecilla y la inútil para que la esperaran y así poder adelantarles.

El otro está en mi planta y hace cosas como comer todo el día dulces sin engordar, venir con unos tres jerseys de media puestos y luego poner el aire acondicionado para a continuación abrir las ventanas porque tiene calor; nos dice que no se los puede quitar porque está convencido de que queremos verle en mangas de camisa todas, si bien es posible que el verdadero motivo sea que no se le vean las manchas de sudor típicas en un caso así.
Esto hace que otra compañera, una nueva rica de pueblo que no hace más que presumir de todo lo que tiene su padre, de lo poco que trabajaba en su otra empresa y que si tú cuentas algo, ella siempre tiene algo más espectacular que contar del mismo palo, le haya cogido bastante manía ya que es difícil aguantar un comportamiento así cuando corres el riesgo de coger una gripe y perder horas de trabajo y mucho dinero, eso es comprensible.

Lo que ya no lo es tanto es que se pongan a dar voces en medio del curro, tengas que pedir disculpas a los clientes por los gritos y portazos, y todo porque una persona se cree que por tener razón el fin justifica los medios y se dedique a denigrar al tipo este, que seguramente necesite ayuda y no que le puteen más, aparte de a mí, según me contaron los compañeros de la planta inferior el otro día; les cae tan mal que le han puesto un mote, la llaman la cerdita Peggy, ya os podéis imaginar que no es una chica precisamente agraciada.

Anteayer me quedé a comer en el trabajo, puesto que en el restaurante que tenemos al lado tanto la confianza como los cocineros dan asco y al parecer la niñita de papá que trabaja "sólo para saber lo que es esto" se mosqueó porque me opuse a seguir yendo al antro nauseabundo ese a gastar nuestros tickets, me lo gasté en un sandwich y un vasito de frutas troceadas, aparte de tener una conversación muy interesante en la que me contaron que se había ido a presumir de que yo me iba a joder porque iban a ir todos al restaurante sólo para que me fastidiara, no porque quisieran ir. En realidad van porque son unos comodones, la única a la que no le gusto es a ella porque no congeniamos, nunca vamos a tener mucho de lo que hablar y encima voy y no hago lo que ella dice, que ultraje para la princesa del call-center.

Además, se hizo justicia, ya que volvieron todos furiosos porque en el restaurante este, tal como yo les había dicho que sucedería, les trataron fatal; les dejaron sin café ni postre e intentaron colarles sobras de otros clientes porque ya no les quedaba nada. Es que yo tenía razón y por eso gané. Fue guay.

Quizá hice mal en explicarles al grupo de personas con el que me encontraba en ese momento que ya me imaginaba que no le caía bien, que hacía eso de explicar algo mejor que lo que tú estuvieras explicando en ese momento sólo para ser el centro de atención y que quizá estaba enfadada conmigo porque no le quise cambiar mi amigo invisible, que no es otro que el jerseynómano acalorado; quería hacerle una putada y yo no quise colaborar en algo así, supongo que le molestaría el que fuera mejor persona que ella y con ello, obtuviera más atención que ella, y además sin proponérmelo.

Hoy he tenido que ir a comer con ella y con otro compañero, el más normal -lo más raro que le he visto hacer es comprarse el País cada día- y he tenido la extraña impresión de que intentaba portarse bien, pero finalmente ha vuelto a las andadas y ha hecho de las suyas, sobre todo se ha molestado porque he vuelto a decir que los catalanes me caían bien, soy así, no tengo remedio, no odio a ninguna provincia y en la porra de fútbol he puesto Barça 4-Madrid 0, denunciadme. De hecho, el otro día el señor catalán del trabajo me habló en nuestro irritante idioma y me dijo que el acento mallorquín siempre le había gustado mucho.

Supongo que algún ingenuo me dirá que estoy siendo una mala persona porque la he criticado a sus espaldas y no le digo las cosas a la cara, pero es que ya no estoy tan segura de que eso sea una buena idea, sin tener en cuenta las circunstancias de esta situación en concreto, por ejemplo.
Es muy fácil decir aquello tan bonito de los elogios a las espaldas y las críticas a la cara, pero qué pasa cuando ves que decir la verdad o simplemente no seguir callando, te va a traer no pocos problemas y va a tensionar aún más un ambiente ya de por sí enrarecido, especialmente en mi planta en la que ya ha habido cruces de insultos entre el jerseynómano, la superfacha y la nueva rica, y me voy a meter por medio, pues no, mientras no me vendan a mí, nadie sabrá quién es la cerdita Peggy, lo de decir las cosas a la cara lo voy a dejar para los realitys, que siempre les da mucho juego para justificar el faltarle a cualquiera con esa excusa.

Así y todo, siempre es mejor ser lo más honesto posible, pero no penséis que nunca vais a hablar mal de nadie con otro y ese alguien nunca lo va a saber, las cosas no son tan blancas ni tan rosas; no es lo mismo decir es que fulanito me ha ofendido y me ha dicho esto y luego seguir pensando que fulanito es majo o es muy inteligente a pesar de sus lógicos defectos, que andar diciéndole a todo el mundo que fulanito es una persona horrible y debería ser eliminado de la faz de la tierra y ser incluido en una lista de no-guays y no porque nos haya hecho algo o nos sintamos despechados, sino porque por ejemplo, es más guapo o más carismático que nosotros y queremos que deje de serlo, queremos que desaparezca.

En resumen, no se pueden decir todas las cosas a todas las caras y del mismo modo, es el consejo de una mujer adelantada a su tiempo, que nunca aprendió a conducir y nunca se pasó a contrato; os adelanto mi epitafio por si al final encuentran este blog y acabo en el menú del jueves.



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