martes, 3 de julio de 2007

DESLOCALIZADA



En realidad quisiera continuar los esbozos de posts más agradables que tengo esparcidos por "Documentos de Xisca", pero me organizo muy mal, y voy a empezar por lo fácil, hoy trataré de explicar en que consiste mi nuevo trabajo, en el que ya llevo un mes entero -de dos-, y aún no me han despedido, si bien empiezo a pensar que no tiene ningún mérito; se han marchado catorce personas en un mes y claro, ya no les sobra nadie.

Una de las razones por la que esto quizá sea más complicado de lo que debería es que aún no estoy segura de poder relataros una mínima anécdota sin que alguien encuentre este blog y pueda haber consecuencias diversas; en principio, soy una de tantas teleoperadoras repartidas por la geografía española, pero me dedico a un asunto peliagudo por el que debo soportar cabreos sonoros día sí y día también; en un principio pensé que quizá no lo aguantaría, pero el no tenerlos delante como en un hotel ayuda mucho, hasta se lo digo a mis compañeros, que es peor la posibilidad de que la gente pueda agredirte, lo que puedan decir sin conocerte de nada no es mucho. También puede que seis años en la hostelería me hayan convertido en un monstruo de insensibilidad y me importe más bien poco lo que pueda pasarle a alguien que en una situación límite se convierte en un niño de siete años con una rabieta, cuando muy probablemente sabía a lo que se exponía desde un principio, para mí está demostrando la clase de persona que realmente es. Si quieres duros a cuatro pesetas sin necesitarlo realmente, atente a las consecuencias.

Puede que os parezca muy duro, pero hay pocas personas que se comporten con dignidad a la hora de reclamar sus derechos, y aunque entienda la injusticia que supone lo que les ocurre, hay que hacen el ridículo creyéndose que son la Reina de Saba y que pueden exigirte que te identifiques, diciendo que son cosas que no parecen ser -la cantidad de abogados y médicos que son unos groseros es alucinante- o amenazando con denunciar al trabajador, como si eso fuera a servir para algo, como no sea para que te den permiso para colgarles o darles aún más largas, pues tampoco es eso.

Nuestro trabajo consiste en leer un programa que nos dice donde se halla algo que han perdido nuestros clientes, y nuestro problema, que la mayoría de las veces se nos cae el sistema, hay una descoordinación tremenda -ninguno damos abasto, ni en la central ni donde los que manejan físicamente los objetos que se buscan- y hay mucho gilipollas que se cree que llamando cada día para insultar se le va a encontrar antes lo que se le ha extraviado, cuando en realidad eso resulta contraproducente; siempre se va a hacer más por quiénes han sido amables que por quiénes se pasan veinte minutos gritando y diciendo incoherencias en cualquier idioma. A veces me dan ganas de decirles aquello de "por mucho que la mire, la olla no hervirá antes", pero ahí sí que me iban a largar.

De todas formas, mi problema particular es que a veces no sé qué mínimo hay que hacer dadas las circunstancias, no sé dónde queda el punto justo entre esforzarse para hacer un buen trabajo y pasar un poco del tema, todo para mantener un servicio que va a ser deslocalizado a finales de este mismo mes, la promesa de una posible reubicación cada día me motiva menos, si con estos dos meses de experiencia pudiese conseguir algo mejor, o con gente menos cabreada llamando ya me valdría, aunque puedo decir que se me da mejor la recepción que la emisión.

En cuánto se termine mi etapa en la CIA, voy a cantar como Caruso, aviso. Por ahora me voy a guardar las anécdotas, aunque me hacía ilusión, pero nada: me sigue pareciendo demasiado arriesgado, no dudo que nuestros clientes siempre andan buscando información por si mismos, ya que la que nos permiten darles es escasa y depende de demasiados factores.




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