sábado, 20 de agosto de 2005

UNA DE CAL Y DIEZ DE ARENA



Andaba pensando en aquello tan bonito de Los Rodríguez, eso de Me gustan los problemas/ no existe otra explicación, y cavilando a la vez que prefiero que no sea eso, porque es que entonces sólo me quedaría llamar a Mulder y Scully, por fin.

Y es que no hay remedio: la he vuelto a pifiar, así como ya resolví hace tiempo mis problemas con la neandertal de la forma más inesperada, por el simple método de ser amable con los demás e incluso presentarme a su gran amiga de faena, un brote espontáneo de sociabilidad que dejó a la tía sin más ganas de molestarme, aunque seguimos sin hablarnos ni saludarnos, excepto si tengo que dejar la lista de las toallas del día y está ella, que yo digo "Dejo esto aquí" y ella responde "Vale".

Por si no me bastara con sufrir un accidente laboral de lo más estúpido por el que casi me parto la muñeca así a lo tonto, porque por empeñarme en abrir un plástico que se me resistía se me escapó la mano contra un estante y ahora debo aguantar dolores continuos por la contusión, pues resulta que ayer fui abroncada por un busero por no haberle dado las gracias a él, todo el viaje sola con un tipo de mirada torva y piercing en la barbilla -voy a acabar desarrollando prejuicios contra la gente anillada- porque hace semanas perdí la cartera y él llamó a un chófer un minuto al final y lo peor es que recuerdo haber dicho gracias...porque di las gracias a todos los que me devolvieron la cartera, muchas, además. Incluso al día siguiente, pero a él no.

Así que el señor me soltó un discurso sobre mi poca vergüenza y mi mala educación , y fue algo tan a traición, que me quedé petrificada, apenas pude decir pero si yo no me acuerdo..., porque en ese momento no sabía ni qué papel tenía él en el extravío y reencuentro con mi exiguo monedero; el problema es que no hubo oscar para el personaje de cinco líneas y se ha mosqueado. Me bajé del autobús indignada y estuve viendo Operación Triunfo con té, lágrimas absurdas y panes de leche.

Esta tarde me he subido al bus, que llegaba con retraso, tras cuarenta minutos bajo la lluvia, lívida de ira bajo mi paraguas de calaveras de Pimkie, y me he pasado, para lo que soy yo: la maleducada sinvergüenza ha dicho BUENAS TARDES y ha clavado el euro sonoramente en la mesita de cobros.
Entonces ha venido todo furioso, exigiendo que me bajara y yo he dicho que no me bajaba, que iba al trabajo y dice que así no me dices las cosas, que te bajo a hostias, y yo he dicho que le iba a denunciar...en el trabajo he estado pensando en un montón de telefilmes de antena tres en los que iba todos los mediodías a pie hasta mi casa bajo un sol de justicia o testificaba en un juicio por agresión escayolada de arriba abajo.

He intentando volver a pie a mi casa, pero otro chófer me ha pillado a medio camino y me ha obligado a subir al bus; le he dicho que subía porque era él, y le he contado lo que me había ocurrido: me ha dicho que esto no lo puedo dejar así y que me vaya a quejar a la empresa.

Estén atentos a sus telediarios, que mañana me cae el piano encima.


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