miércoles, 4 de mayo de 2005

UNA ANUNCIACIÓN PARTICULAR



Esta mañana andaba sumida en la más honda tragedia existencial, -un tanto teatral, sin embargo: iba tarareando inadvertidamente "The Everlasting" de los señores Manic Street Preachers, incidiendo en lo de destroys my days and haunts my nights, convencida de que no había salvación o algo así- debido al recurrente sentimiento de inferioridad que me causa la sensación de que sólo me critican a mí y que con los demás nadie se atreve, porque tienen cubiertas las espaldas por aduladores varios y prestigio social, dan el miedo suficiente para que nadie les tosa o tienen defectos útiles, como por ejemplo, no tener escrúpulos ni conciencia o ser falsos hasta extremos disociativos: nunca les he visto, les veo o les veré hacer esfuerzo alguno para corregir sus supuestas actitudes enojosas o perjudiciales para sí mismos y/o para otros, en el caso de que llegue a saberse cuáles son. Por mucho que piense, lo criticable de ellos es algo que no les importa y que además les ha encumbrado; el pensar que puedan sentirse mal por ello es una faceta más de una característica tan indeleble como jodida, ser una ingenua en este momento de la Historia. Quizá lo más doloroso de esta evidencia es ver una y otra vez como incluso las personas que te quieren te dicen que es verdad, que no deberías ser tan inocente o tan sincera, que deberías conocer a la gente, tener más vista, nadar y guardar la ropa etc., y que de nuevo resulte que la hipocresía es un mal necesario.

Racionalmente soy capaz de comprender eso, pero me sigue horrorizando, sé que yo ni quiero ni puedo. Ya he pensado muchas veces en este asunto, y al final siempre llego a la misma conclusión: lo más que he llegado a hacer es aprender a quedarme ciertas cosas para mí y a prepararme versiones concéntricas de los hechos, relatos selectivos progresivamente desprovistos de detalles cuánto menor es la confianza dada; me cuesta mentir o fingir, sé que no me sale bien del todo; las veces en las que apurada, lo he intentado, la gente ha llegado a decirme "Oye, déjalo, sé que me estás mintiendo", y si he intentado ocultar algo, me han descubierto y ha habido consecuencias. No todo lo que he hecho ha sido bueno, no soy perfecta, ni mucho menos, pero no dejo de ver que a personas mucho más imperfectas que yo no les afecta en absoluto serlo, y habiendo hecho cosas mucho peores, no sólo se las consienten sino que en su caso no hay consecuencia alguna, y además todo el mundo les acepta, probablemente para no ser los próximos perjudicados.

Ante esta evidencia me veo completamente indefensa, y era así como me sentía avanzando por las aceras soleadas, mientras me iba surgiendo una inadvertida urticaria solar que a estas horas continua extendiéndose por mis brazos, y me dirigía al edificio Júpiter, a tirar mi último currículum con posibilidades reales, ya que el complejo hotelero estaba llenito de ingleses, por fortuna: de todas formas, no sirve de nada, todo depende de si le caes bien a una mediocre lameculos que ni siquiera sabe idiomas, muy probablemente.


Luego me he puesto esproncediana y me he lanzado al fatalismo más obsceno, pensando que acabaría por perderlo todo debido a mi absurdo empeño en tener valores, dar y pedir explicaciones y no ser capaz de ceder a las exigencias de la vida moderna: finalmente acabaría una noche en la playa, en las horas centrales de la madrugada, con una botella de martini y unas piedras en los bolsillos del abrigo; quizá me trajese un cedé con "Miss Sarajevo" de U2 featuring Pavarotti; después de lo que se iban a reír en comisaría, tras haber devuelto a su medio derruido hogar a una cuarentona que iba vagando desnuda y aterida por las calles, seguramente acabaría por recluirme del todo en la vieja casa de mis padres, cuyos cadáveres seguirían descomponiéndose en la despensa -si antes no eran devorados por los gatos o mi hermana, privada de sus cajetillas de Camel durante varios meses- , hasta el desahucio definitivo debido a las contribuciones impagadas..."Es que eran muy raros", dirían.

Además los cajeros estaban rotos y me había quedado sin dinero suelto, no había nada hecho para comer y he tenido que ir a comprarme algo: gracias a esa idea he tenido un encuentro providencial con un personaje de mi pasado pseudointelectual, ahora que parece que voy a seguir siendo una gruñona ayudante de recepción, ridículamente proscrita por el sector. Hace unos años, ella también escribía en la revista del pueblo, era de ideas llamativas por abiertas y un tanto hippies y nadie la había visto jamás entregar el artículo; aquel enigma aparente nos tenía en ascuas tanto a mí como al joven director que tanta libertad nos dió a todos los colaboradores: lástima no poder decirle que la he encontrado, que ella misma se ha presentado por fin. Cómo ponerme en contacto con alguien que seguramente me desprecia por haberme quedado en mucho menos de lo que se esperaba de mí...he tenido que excusarle diciendo que teníamos amigos comunes pero que estaría seguramente muy liado, me ha hecho mucha gracia que me respondiese que tenía que fer-li s'ullet, que encara és fadrí*. Pero no ha sido esto lo mejor.

Había salido disparada de mi casa, ceñuda y cabizbaja, pensando que todo me pasaba a mí, que era un día horrible, y casi he chocado con una señora de gafas moradas que me decía si yo era la que escribía; además llevaba una gorra de pillete de los años treinta blanca y una chaqueta del mismo color, entallada, más una corbata de lazo negra, todo combinado con unos vaqueros. Tan estrafalario atuendo correspondía a quién ha dicho ser nada menos que Ella, y quitándose las gafas, ha dejado ver un rostro anguloso, de ojos dulces, que me ha dicho que se acordaba de mis artículos, que si era de naturaleza pesimista, todo lo contrario que ella, y que tenía que ser feliz, ya que tenía talento. Que yo que era narradora, que si estaba escribiendo algo o lo llevaba en secreto, y si les iba a dar una sorpresa. Hemos hablado de que ya no era lo mismo escribir en la revista -ahora es un panfleto acultural sin interés- y de que ahora nuestro polifacético y animoso director trabajaba en uno de los periódicos más importantes de la isla, y luego se ha alejado juvenilmente a saltitos, que tenía que irse a comer y que ya nos habíamos conocido.

Aunque cualquier escéptico feroz pudiese explicar esto, no dejaría de ser asombroso, en su oportunidad y su claridad. Visto desde otra óptica, iba de blanco y tenía un mensaje para mí...

*Tienes que guiñarle un ojo, que aún es soltero.


No hay comentarios: