miércoles, 27 de abril de 2005

SAILORS FIGHTING IN THE DANCEHALL



Wes Anderson no sólo no me ha decepcionado, ni mucho menos, sino que además ha coincidido conmigo en una de mis quimeras más absurdas a la hora de escuchar música, ya que tengo la curiosa manía de inventar posibles videoclips o historias en las que la canción podría intervenir: va y usa la épica adolescente de "Life on mars" en un momento álgido de la trama, algo que había pasado años imaginando, preguntándome como no usaban esa maravilla en ninguna escena de nada. Es un detalle muy personal, pero me conmovió, si bien sé que es casual, se ve que otras cosas no tanto:




"Cuando un hombre, por la razón que sea, tiene la oportunidad de llevar una vida extraordinaria, no tiene derecho a quedársela para si mismo" - Jacques-Yves Cousteau

Supongo que entonces, allá por 1998, ya soñaba con llevar lo que para él debía ser un documental de Cousteau al cine, pero se conformó con hacer que Max Fischer nos diese unas pistas, que no es poco. Creo que en "Bottle Rocket" y "The Royal Tenenbaums" no sale nada ni remotamente acuático que pueda ser relacionado con esta nueva andersonada, sólo en "Rushmore", en la que el friki de lo social protagonista no sólo se va a buscar un libro de Cousteau con una cita apuntada por una mano inocente que será crucial en el desarrollo de los acontecimientos, sino que además se empeña en construir un acuario como actividad extraescolar.

Aunque hay obsesiones personales del autor que se repiten, como el conflicto familiar, la presencia de la muerte y la admiración por la figura paterna, ello no significa que esta obra magna pop sea igual a la odisea de los Tenenbaums o a la poca suerte de unos ladrones aficionados, ni siquiera a la aventura iniciática de su particular Holden Caulfield. Es otra historia, sencillamente.

En lo estético y lo sonoro, algo muy importante en el planeta Anderson, puesto que no sólo adorna sino que explica la particular idiosincrasia de los personajes, me gustó mucho, sigo manteniendo que en ese sentido es una especie de Greenaway, mucho más asequible para el gran público: un buen ejemplo sería la escena en la que Zissou va a un chalet a hablar con su esposa, y esta se halla acompañada de un apuesto joven al que ella presenta como su asistente, ese joven se ausenta y se va a un balcón que se ve muy al fondo de la escena, como esperando. Además, durante toda la película, una espléndida Anjelica Huston, con el corazón en una fosa abisal, lleva unos mechones teñidos de azul, como una reminiscencia del mar, todas sus películas están llenas de esa clase de detalles aparentemente nimios, pero que forman todo un conjunto orientado a provocar una sensación determinada.

En cuánto al ya habitual y pintoresco uso de las cancioncillas de rigor, aquí deviene en humorístico, puesto que tenemos al brasileño cantando coplas del Duque Blanco todo el santo día, -te diviertes reconociéndolas- y no haciendo mucho más: mi acompañante me informó de que efectivamente, solía haber uno tocando la guitarra en los documentales del oceánografo francés, pero apenas los recuerdo, por desgracia, así que no podría confirmar que es así.

También recuerdo con agrado los tiroteos inverosímiles, los diálogos descacharrantes, la hipersensibilidad y los celos tontos de Klaus -insólito Willem Dafoe- , esas mujeres pasotas tan propias del director, las ideas de bombero de Zissou y por supuesto, Bill Murray, que se supera a si mismo en cada escena.

He visto que el humor de este autor desconcierta a muchos, pero a veces me pregunto si debería ser visto sólo como un director de comedias intrascendentes; veo cierta tristeza de fondo en sus relatos, como si sus personajes supieran que no encajan en la realidad e intentaran cambiarla sólo viéndola a su manera, como hace el propio Anderson, aunque a muchos les resulte absurdo, irritante o repetitivo, cuando no es las tres cosas, y lo despachen despectivamente con una o dos frases, pontificando desde las alturas de la pretendida e intocable objetividad del crítico profesional.

Considero que sabe hablar de cosas importantes para todos, como puedan ser las relaciones familiares, aunque aquí sea una tripulación, -es decir, una familia que se ha puesto de acuerdo para serlo, en cierto modo- de una forma encantadora y algo ingenua, como un niño que te dibujase algo. Quedo a la espera de que su madre le compre otra caja de pinturas.

Sólo lamento no haberlo escrito yo. Aviso, mejor haber visto "Academia Rushmore" antes.

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