miércoles, 22 de septiembre de 2004

DAÑOS Y PREJUICIOS



Hace un par de días, el destino me brindó la oportunidad de realizar un post sobre autobuses y la problemática derivada de la confrontación entre conductor y pasajeros, a imagen y semejanza de Irene: por si esto no fuera suficiente motivo de regocijo, llegué tarde al trabajo, lástima que de aquella utópica media hora con la que me atreví a fantasear al ver lo feo que se ponía el tema, sólo pudiese arañar unos míseros cinco minutos.

Cómo ya he apuntado en otras ocasiones, la línea interurbana -la llamaremos así- que une el puerto y adyacentes con lo que es el pueblo, a un escaso kilómetro de lo que los ingleses denominan como New Town, deja mucho que desear, sobre todo por tratarse de un monopolio, y no haber ninguna otra compañía que se encargue del transporte y genere una sana competencia, problema endémico de Mallorca, debido a lo limitado del territorio y su carácter de Scalextric en el que unos pocos se reparten el pastel.

Era día de mercado y por tanto, tuve que prestar aún más atención para colocarme en el punto estratégico de la acera que me permite colarme antes que todos los guiris e incluso sentarme, ya que no tengo porque dejar sentarse a quién va a poder hacerlo cuando quiera en cuánto llegue a su hotel. Bueno, a veces soy una blandurria y el otro día dejé sentarse a una señora con muletas, porque es que no se levantó ninguno de sus queridos compatriotas...

Todo empezó en la primera parada del puerto, porque un alemán que sabía español se subió por la puerta de atrás y empezó a vociferar que él no pagaba porque habían pasado seis autobuses sin pararse, que si era un abuso...entonces el chófer montó en cólera, paró él motor y se encaró con el germano, que continuaba con su discurso en un aceptable español, mientras otro alemán intentaba calmarle y la mayoría británica se partía de risa, no quiero pensar qué habría podido ocurrir si el tipo hubiera sido hijo de la Pérfida Albión.

De todas formas, el pobre hombre, seguramente tan harto como yo o más de tener que lidiar con europeos petulantes que en su país no son precisamente alguien y que nos toman por los esclavos de su plantación, se puso a glosar todas sus frustraciones, mientras las trabajadoras de delante le decían que llamase ya a la policía, perlas negras tales como: "Si es que sois unos animales, no tenéis paciencia, si tenéis todo el tiempo del mundo, estáis de holidays, coño, aquí hay gente que trabaja", "Tú no vieneh conmigo porque ereh un imbécil" - el guiri respondió que si "Usted es un cabrón"- "no vas a ser el primero que tenga problemah, voy a llamar a los municipales y te van a pedir daños y prejuicios"...en su defensa, aunque no fuera muy justo lo que hizo, he de decir que siempre deja subir antes a quién ve con uniforme, cosa que me parece muy lícita, teniendo en cuenta la prepotencia y el vandalismo de tantos turistas que se creen que aquí todo está permitido. Un pequeño correctivo de vez en cuando no les va a sentar mal.

Al final la policía no hizo acto de presencia, pues el guiri se fue apagando y acabó por claudicar mascullando entre dientes, y fue una suerte: si nos tienen que condenar por prejuicios, todo el autobús y parte de los que se quedaron en tierra se van directos al cuartelillo, como el recepcionista rijoso que salió el otro día en el periódico, detenido por hacer fotos a clientas en la ducha por el ventanuco del cuarto de baño, lástima que una notó el fogonazo y se le acabaron al hombre los ingresos extra, si cuando yo digo que nos tendrían que pagar el doble, por los seis meses que nos martirizan, no lo digo por decir...algo casi tan grotesco y entrañablemente enfermizo como la pelea que se narraba en la misma página de sucesos, justo encima de esta ingeniosa muestra de pluriempleo, ocurrida en Calas de Mallorca; resulta que unos españoles y unos franceses recordaron viejas rencillas napoleónicas y los primeros acabaron por ir a buscar una barra de hierro de esas que todo el mundo tiene en casa, utensilio doméstico que acabó en manos de los gabachos y en la cabeza de uno de los nuestros, además al cachondeo acabó uniéndose un hijo de la Gran Bretaña que usaba su casco de moto como arma.

Si ya lo dice el Chivi, que siga el carnaval/que siga el mogollón...propongo que cambien ya "La Balanguera" por "Visite nuestro hotel", que nos lo hemos ganado a pulso.


No hay comentarios: