sábado, 3 de enero de 2004

UN ESPEJO MUY TRENCAT


Vaya por delante que considero que "Mirall Trencat", de Mercé Rodoreda, -Espejo Roto en castellano, creo que está traducida a este y otros idiomas, al igual que La plaza del Diamante, de la que también se hizo una adaptación en su día- es una de las mejores novelas escritas en lengua catalana, y su autora sino la más brillante de sus novelistas, una de las más.

Siendo tan catalanes como la novelista Josep Mª Benet i Jornet y su equipo y suponiéndoles un aprecio mayor a esta dama de las letras por su parte, en detrimento de otros posibles adaptadores , no comprendo el descuido y la falta de medios con la que han llevado adelante esta miniserie televisiva, y menos habiendo comprobado su oficio en los culebrones de su puño y letra emitidos en la televisión autonómica catalana como "El cor de la ciutat" y todos los que le han precedido, al menos dignos reflejos de la cotidianeidad y muy bien interpretados por actores de teatro o que al menos resultan naturales, nada que ver con la falsa naturalidad de otras series españolas, aunque si en unas la gente parece discutir el triple que en la realidad, en las otras todo acaba curiosamente en novela policíaca, para hilaridad del telespectador.


El caso es que es muy posible que ese haya sido el error: adaptar esta saga familiar como si fuera uno de sus culebrones, con los mismos medios que usara para aquellos. No me extrañaría nada que parte del desaguisado se debiera a un rodaje apresurado o incluso a un desprecio de las posibilidades de la historia por parte del director y los guionistas en pro de una simplificación tan extrema que deja a las implicaciones originales de la novela en nada y acaba con toda sutileza y sugerencia, por no hablar de el desaprovechamiento total de todo, de una falta de atmosfera apabullante, de la abrumadora distancia existente entre la magia transmitida por Rodoreda y el desangelado resultado final de esta obra de teatro filmada por chavales de instituto disfrazados. No suelo ser tan dura con nada ni con nadie, pero la desfachatez exhibida por los artífices de esto me obliga a ello.

Basten de ejemplo dos escenas capitales que en la novela son de una belleza sublime y en la miniserie no sabe uno si llorar o reír; la primera, la excursión a la playa con los Balsareny: escrita, esta escena transmite una perturbadora sensualidad que en imágenes es pulverizada y convertida en Sensación de vivir con Miriñaque...la segunda, el suicidio de María, que sobre el papel es la prodigiosa culminación de la atmósfera enfermiza construida a lo largo y ancho de la saga, constituye apenas un trámite, que por muchos paseos que se de la inocua y pretendida lolita que interpreta a María, no dice absolutamente nada, habiendo obviado todos los elementos que eran necesarios allí, como el poderoso jardin que rodea a la mansión familiar, y al que no se ha dado ninguna importancia desde el principio. Y que esta escena sea tratada así, lo dice todo.

Ya imagino, muchos dirán "Pues hazlo tú, si tanto sabes", y similares...pues no mira, no está en mis manos, que si estuviera, contrataba al mismísimo Scorsese de "La edad de la inocencia" o al Coppola de "Drácula", porque esta maravilla de la literatura no se merece el atropello del que ha sido víctima, arrasada de todo lo que en ella provocaba una profunda fascinación y convertida en un vulgar culebrón de sobremesa de los peores. Para eso que le vendan los derechos a la BBC.

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