lunes, 30 de abril de 2012
BROTE DISTÓPICO
Serra de Tramuntana, Mallorca, 2049, en una casita del bosque de pinos que volvió a enmarañarse cuando los hoteleros y los constructores se fueron a vivir a Nuevo Luxemburgo. Una anciana señora con un parche, una boina y un viejo trench de cuando aún se fabricaba ropa en serie mira inquisitivamente a nuestro joven entrevistador, venido de la península con su libreta y su cargamento de tinta. Le ofrece dos pollos por él, pero no lo acepta.
-Sé que se lo habrán preguntado muchas veces, pero ¿cómo perdió el ojo?
Fue en 2031, entonces el trabajo ya había dejado de existir. Iba a cazar alguna alimaña en un parque municipal cuando hubo un alboroto y una de las bolas me alcanzó, entonces ya había mucha gente que había perdido un ojo, incluso los dos. Ellos se divertían así, también era una manera de señalarte, para saber qué no eras nadie importante.
Me afectó mucho, en principio, pero ya me he acostumbrado. Mi padre también era tuerto, ¿sabe? y se las arreglaba muy bien. Lo malo es para leer, se cansa una mucho, y a mis años, todavía más.
Entonces empezó su proyecto...
Ya lo creo. Aquello no iba a quedar así, hasta aquel momento no me veía capaz de hacer frente yo sola a todo lo que estaba pasando, llevaba meses sin ver a mi marido, y a mi hija mayor me la habían confiscado por no poder pagar los nuevos impuestos. Pero ya no podía más y fui a ver a la Resistencia, decidí que si yo no le importaba a aquella gente, ellos a mí tampoco. Y ya no había nadie para contenerme.
Me impliqué muchísimo con aquellas personas, eran de los pocos jóvenes que quedaban tras la esterilización a la que habían sido sometidas todas las mujeres paradas de larga duración, vi que alguien tenía que ayudarles, enseñarles a leer y escribir, explicarles cómo había sido el mundo hasta que llegaron ellos y quisieron quedarse con todo. Además, necesitaba ayuda por lo de mi ojo y disponía de muchos volúmenes y archivos que había ocultado antes del apagón de internet.
¿Cuál fue el punto de inflexión para usted?
Sin duda, fue en 2023, el Día de las Listas -nunca se me olvidará- cuando el ejército fue casa por casa llevándose a todos los que habían sido marcados como elemento subversivo en las redes sociales, llevaban años recopilando información; aunque llevábamos meses acumulando víveres y materiales, aquello nos cogió por sorpresa incluso a nosotros. Fue una suerte que ese día ya estuviésemos aquí. Por supuesto, tenían órdenes de disparar sobre nosotros o sobre nuestros familiares.
Fue muy duro ver cadáveres de amigos y conocidos arrastrados por las calles a modo de represalia, o saber quiénes habían delatado tu posición por un puesto de interna en Nuevo Luxemburgo, aunque adonde iban en realidad era a sus burdeles. De pronto todo era como en una de aquellas películas que veíamos en el cine, cuando el Sistema. Chicos y chicas, no se vaya usted a pensar. Y si eras demasiado viejo o poco atractivo, con suerte podías acabar de peón domótico, podías vivir debajo de las casas siempre que no se te viese mucho. En realidad, esa gente aún me da pena, pobrets.
¿Cuánto tiempo estuvo sin ver a su marido, uno de los líderes de la Revolución junto con usted?
Nosotros tuvimos suerte, sólo desapareció una vez durante dos años, de 2031 a 2032. No podía decírme a dónde iba ni lo que se proponía, y perdí el ojo y lo pasé muy mal, un viejo amigo que nos había traicionado intentó que me fuese a vivir con él a Nuevo Luxemburgo. Un día volvió con nuestras hijas, las estaba criando una ex política del PP, las hacía vivir en una caseta en el jardín y les contó que las habíamos vendido. Menos mal que siempre he tenido unas hijas muy listas (sonríe)
Si quiere usted hablar con él, está en el huerto...
No, gracias. Eso mis compañeros.
¿Y mis hijas? ¿Las ha visto?
Sí, forman parte de la Brigada Uno. Ya han tomado la primera fase de Nuevo Luxemburgo. Su hija mayor, Silvia, es la Capitana, pero usted ya sabrá eso
A mí no me gusta, pero han salido a mí -ríe-, qué se le va a hacer. Cuando empezaron las Brigadas, eran casi niñas, ellas mismas quisieron ir a rescatar a los chavales que habían conocido, a liberar a los esclavos. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la Revolución de los Robots, ellos fueron la clave: decidieron unirse a nosotros para fundar un nuevo orden, para destruir el Neo Capitalismo.
¿Le preocupa que volvamos a caer en los errores de aquel pasado?
Sí, pero siempre he sido muy pesimista. No quiero tener razón tampoco ahora, espero no tenerla y que mis nietos vivan mejor que yo, espero que esta esperanza sea mucho más sólida de lo que fueron las nuestras.
Nos quedamos en silencio. Cae la tarde, hace aún un poco de calor. Encendemos los quinqués y decidimos continuar con la entrevista mañana. Me dan unas mantas y me acompañan a mi habitación. Confío en ellos, llevo siguiéndoles mucho tiempo, años quizá, les admiro desde que era pequeño y vivía en los bosques, y sabía de sus hazañas. Por fin he podido conocerles.
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