jueves, 27 de enero de 2011

XISCALEAKS II



Queda sólo el silencio
que hace estallar la noche fría y larga
la noche que no acaba
sólo eso queda.



“Frente a Frente”, canción escrita por Manuel Alejandro e interpretada por Jeanette en su versión original, versioneada en 2010 por el Sr. Ortiz de Landázuri y la Sra. Miren Iza, paseando desolados por uno de los mejores clips españoles que he visto jamás, dirigido por J.A. Bayona, con ecos de Poe, sombras de Lovecraft. Nunca lo olvidaré, gracias.

Estos días intento hacer un post sobre mis libros de infancia, ya tengo hecha la foto pero no me vienen el título y la estructura, aún los estoy meditando. Debería organizarme de modo que la inspiración me encuentre trabajando, por así decirlo, pero tiendo mucho a dispersarme, suelo imaginar mi mente como la copa de un árbol con ramas que tienden al infinito, que nunca terminan de crecer y por tanto, difícilmente producen frutos.

Estoy comprobando que echo mucho más de menos mi vida en Madrid de lo que echaba esta de aquí –nada, en realidad-, de la que ahora vivo una copia fantasmal en buena compañía, empiezo a sentirme como cuando era muy joven y pasaba temporadas sin salir de casa, luego salía a la calle y todo me parecía irreal, como sacado de un sueño. Solía preguntarme si habría algo que existiese de verdad aparte de mi vida de Emily Dickinson, carteándome con fanzines, revistas y algún amigo, mientras volvía a casa con mis galletas, mi lata de refresco y mis películas, viviendo en mi propio mundo tanto como me era posible.

Me acuerdo de principios de 2010, otro enero blanco, la noche que pasé en el salón de un pueblo de montaña pensando en lo que era entonces una lejana pesadilla, tener que volver aquí; estaba sola en la oscuridad, intentando dormir en un sofá, metida en mi saco de dormir y al lado de los rescoldos de la chimenea, viendo como nevaba por unos ventanales inmensos por los que entraba la luz de la luna. Ese día había visto por primera vez el clip de la versión de “Frente a Frente” de Miren Iza y Bunbury, que sale como si fuera un monstruo de color verde en una mini-película de terror sobre una relación que se termina, no podía evitar imaginármelo viniendo hacia el chalet, dejando sus huellas en la nieve. Y yo sin bolígrafos a mano.

Como le expresé verbalmente a quién vino a buscar cosas a la habitación, también me imaginaba que podía venir un maníaco homicida de estos que se estilan y que le sería muy fácil entrar y acabar de forma muy efectiva con esta parada de larga duración. Pero no fue así, y siguió nevando muchos más días, una imagen que se me repite mucho fue un día que pasé en casa de Be casi entero, luego salimos Jonatan Sark y yo a la calle y él estuvo riéndose y haciendo fotos de aquel desierto helado, ni un solo coche en la calle, casi nadie por la acera, algo insólito en una ciudad tan grande.

Bueno, pues ahora sí que estoy en un desierto, ya ni metáfora, es casi literal.

En muchos sentidos, sobre todo el económico, otra vez viendo claro que en este sistema si no puedes pagarte una vida no la puedes tener y ya no digamos si ni siquiera te proporcionan los medios, ni ingresos ni posibilidad de obtener préstamos al no tener avales o propiedades, es lo que más me asusta, me veo mayor, frágil, muerta en un par de décadas como esto siga así, y además serán unos años horribles, sin amigos, sin nada que hacer, así de mal se ve, sólo quedan las ganas de llorar, bajamos la mirada, la realidad da media vuelta y me deja a oscuras en mi cuarto. Me gustaría que Bunbury me volviera a cantar “El viento a favor”, como al empezar este blog y poder volvérmelo a creer, al menos en parte, al menos un pequeño pellizco de esperanza.

Mientras tanto, voy seleccionando a qué hoteleras me puedo apuntar que no me conozcan y que no conozcan a mis exjefes, ahora tengo un título, veremos qué vale aquí y espero que pueda volver lo antes posible a mi vida, aunque bien podría ser que me tuviese que conformar con vivir aquí aunque lo odie a muerte, de un modo feroz, pero odio auténtico, de ese que tantos no aceptan sentir. No tengo ninguna ilusión por establecerme en este lugar, ni en verano, no me atrae la pantomima de paraíso cutre de hoteles desvencijados, sé lo que hay y lo sé muy bien. Sé seguro que no soporto esta isla, que me agobia y me agota, que es como tener ochenta años de repente.
Y sin embargo, luego echo de menos pequeñas cosas, pero son tan minúsculas, unas galletas, una sobrasada, alguna playa de rocas en agosto, sé que siempre seré mallorquina, pero no hace falta que viva aquí, todo para vosotros o para ellos, aunque os parezca absurdo.

Quizá este tiempo muerto es lo que no me deja escribir nada bonito, o con pretensiones de, aunque me vaya a salir tan melancólico como siempre.



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