miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA COMEDIA JUSTA





Lo primero, agradecer a quién corresponda que ponga “Opinión” bien grande en la parte superior del artículo, que no se imponen sus ideas a nadie, vamos. Nada sorprendente viniendo de quién una vez dijera que la objetividad absoluta no existe.

La verdad es que todo esto ya lo sabía, había sido más o menos explicado en otras declaraciones del escritor, repartidas en artículos varios. No dudo que sus numerosos detractores se hallarán ufanos ante este liviano y en apariencia apresurado batiburrrillo veraniego de opiniones archisabidas por sus lectores habituales, no deja de ser un Marías con el piloto automático, un poco perezrevertesco y churras con merinas, incluso – si es que me lo malea, van aullando a las señoras por la calle y luego las poco elegantes somos las mujeres de ahora, me lo mete en pendencias y claro que salen en Muchachada Nui en aparición estelar, es que yo también les sacaría- por lo que una vez más le pueden acusar de pedante, soberbio, viejo cascarrabias, vendido, enchufado etc., aunque eso no va a evitar que siga siendo una de nuestras mejores plumas, al menos desde mi punto de vista. No me gusta lo que dice en esta ocasión, pero para mí fue muy revelador reconocer ya su estilo en la pantalla del ordenador del Sr.Isabelo, aún sin ver el nombre.

Cuando habla de cine, siempre pienso en él como un aficionado más que escribiera muy bien, y me da pena que no conectara con casi nada aparte del cine norteamericano más clásico, por lo que le he leído; me gustaría saber si hay algún tipo de cine moderno que le plazca quitando a algunos coenes y tarantinos, por ejemplo, que les cita en esta colaboración, pero aún no he desempaquetado un par de libros suyos en los que es muy probable que encuentre algo sobre el tema.
Aún así, no siendo crítico de cine profesional, y méritos literarios aparte, un cinéfilo de tantos, no esperaba algo muy distinto de quién es una persona entrada en años, todo indica que este tipo de cine le recuerda la época en la que su generación llevaba el timón de este barco de locos y que ahora vive en un mundo que empieza a no comprender en absoluto, aparte de que al saber de sus rencillas personales con personajes del panorama cinematográfico español, no sorprenden sus desprecios al mismo; de hecho, es por eso por lo que no se ha armado ni medio cristo, los mismos que le reprocharían que se atreva a criticar ni un poquito a la factoría Appatow le aplauden su defenestración de por ejemplo, Amenábar o Medem, como si al pobre le hiciera mucha falta, que un poco más y le destierran.

Así y todo, creo que empiezo a entender su circunstancia, en llegando a los treinta y cinco en menos de un mes; me veo diciendo estas cosas en un par de décadas, si es que no estoy empezando ahora mismo.
Además, es curioso que este lamento coincida en parte con algunas de las recientes inquietudes que me asolan, precisamente por la proximidad de cumpleaños tan temido; nunca he creído que un género sea mejor que otro per se, y me gusta mucho la reformulación y la mezcla, también añoro géneros desaparecidos como el musical o el cine negro de los años cuarenta, si bien comprendo que el mundo que los hizo posibles ya no existe, y eso es algo que seguro que Javier Marías también sabe, aunque no lo diga porque no conviene para el propósito que le ha sido encomendado, o incluso por tener que limitarse a un espacio determinado. Será muy duro cuando nuestro mundo vaya esfumándose e incluso haya desaparecido del todo y tampoco comprendamos lo que nos rodee en nuestra vejez, cada vez más próxima, me gustaría estar preparada y poder mantener la conciencia de esta circunstancia en lo posible y no amargarme demasiado en ese futuro, más aterrador que cualquier fantasía apocalíptica que se precie.

De todas formas, y contra todo pronóstico, no estoy de acuerdo en casi nada con él, aunque le respete y le admire y le siga queriendo igual, me resulta entrañable y padre postizo cuando hace estas cosas – esto va a ser peor que cuando le dije que era uno de los mejores escritores vivos. Creo que no me lo perdonaré jamás, en la primera firma que se me presente le pido disculpas- pero no, que esto para mí no es así, ni mucho menos, para mí es el mundo al revés.


Precisamente tengo la impresión contraria, que como no te estés riendo siempre y haciendo chascarrillos, alegrando la vida a los demás, te conviertes en un proscrito social a evitar que carece de capacidad de disfrute, parece que hay que avergonzarse de ser alguien más bien formal, que suele tomarse las cosas en serio y se diría que nadie está nunca triste ni se tienen sentimientos oscuros, y si esto es así, se oculta, siendo un ser indigno quién se atreve a comunicar su malestar, una medalla al valor para quiénes mejor lo escondan, que son mejores que tú y personas discretas y cabales, aunque nunca vayas a saber lo que les pasa, sólo cuando sea demasiado tarde; de muestra, un botón, este blog que no lee casi nadie porque soy una triste y una densa salvo sarcasmos y comicidades involuntarias al quemar la ciudad por enésima vez.
Dice al final que el humor aún en la noche más oscura, alivia o salva, y eso es precioso, pero es algo que jamás compartiré, porque ha habido noches muy largas en mi vida que han sido por su causa y algunos ratos aún sigue doliendo la cada vez más lejana risa de otros, de los que se permitían decirte que además no tenías sentido del humor, como si estuvieras en un clima de mutuo respeto o tuvieras algún tipo de confianza con ellos, como si además pudieras reírte de ti mismo en una situación así, en la que la broma eres tú y vives en un callejón sin salida y a veces ni conoces otra cosa y no digamos ya si eres una niña pequeña o un adolescente. Siempre que alguien dice que no hay que tomárselo a mal o que hay que ver la vida color de rosa, que no hay que dramatizar, que hay que ser asertivo o ver la botella medio llena y otras estafas filosóficas parecidas, aparte de pensar que tienen suerte porque no saben de lo que hablan, otra vez acuden a mi mente esos recuerdos, y sólo consigo sentirme aún peor, porque encima soy incapaz de creer que enfocar una situación desde una perspectiva irónica la vaya a mejorar o incluso a resolver el problema, es como pintar de colores el ataúd, sigues estando muerto.
Este comienzo tan difícil de mi vida ha condicionado mi visión del humor para siempre, de lo que es el sentido del mismo; creo que todos tenemos nuestro techo de cristal y que a veces se rompe, siempre hay algo de lo que no podemos reírnos y hasta la más jodida de las personas tiene su sentido del humor, incluso alguien como yo parece tener uno, a tenor de algunos posts. Es por esa especial percepción del tema por lo que quizá llevo una vida entera temiendo y evitando las comedias de todo tipo de forma más o menos consciente, sospechando del trasfondo de cualquier broma, nunca las veo inocentes, siempre están de parte de alguien y a veces sirven para herir o menospreciar a alguien o algo, sin necesidad y sin motivo, sin importarle a nadie el daño que puedan causar .

Por eso me siento más cómoda en una cierta melancolía, en una mezcla de sensaciones, aunque suelo orientarme más por directores, actores o historias que por el género, siempre tiene uno sus favoritos, pero no es lo más importante.
Además, para ver una de risa o de sonrisa tengo que estar de buenas, si no, es mejor que vea algo donde estén más alterados que yo, todo menos comedias, esta mente perturbada funciona así; el dilema se produce cuando tienes que ir a ver algo con otras personas, a veces tu estado no es el ideal y la película te disgusta todavía más de lo que habías previsto, si bien no hay que descartar el factor sorpresa, una obra maestra o una buena película a secas, puede con todo, o eso me gusta creer.
Es cierto que me atraen poco o me inclino por las más negras o raras; durante años iba al videoclub y ya ni veía las carátulas de las comedias románticas, he tenido que forzarme siempre a ello por no querer ser injusta o por experimentar con esas pelis rositas que se suponía que eran para mí por ser una señorita, pero las variantes más chuscas del género en su forma actual no me convencen, es posible que para mí comedia sea otra cosa.
Coincido con Marías en su gusto por la comedia clásica norteamericana de los años treinta y cuarenta, una de mis películas favoritas en toda época y lugar es “Historias de Filadelfia” de George Cukor, una de esas obras atemporales e universales que siempre te sirven, me parecería un error compararla con las comedias actuales de la factoría de Appatow o relacionadas, incluso las algo anteriores de Ferrell, Carrey o Sandler, no existen puntos en común para hacer tal cosa; aparte, aún tienen que pasar la prueba del tiempo, es un fenómeno demasiado reciente para valorarlo en su justa medida, dáles veinte o treinta años, a ver dónde quedan.

En los foros de cine que sobrevuela esta ahora lurker de forma esporádica se dice que Ferrell y Appatow, entre otros, son la gran esperanza blanca de la comedia actual pero no me parecen para tanto, me gustan más comedias no exactamente suyas en las que ha intervenido su espíritu gamberro como “Forgetting Sarah Marshall” o “Zack & Miri Make a Porno” que no “Superbad”, que vi el año pasado y no me ha dejado poso alguno; aparte, aunque esas dos películas me gusten, tan sólo las considero un poco por encima de la media y en unos meses las olvidaré por completo, es lo que suele ocurrirme con el cine más comercial, sobre todo si lo es en extremo y no se preocupan de nada más que de vender, que tampoco es el caso, Jason Segel y Kevin Smith tienen más intención que ésa, se agradece su revisión de lo meloso, sus detalles y sus referencias, alguna broma que parece nueva. Esperemos que ni se le ocurra ver un Michael Bay, que eso sí que es lo peor y el colmo de la insustancialidad y el reinado de la forma sobre la nada y ya nos explicará a los fans qué hace viendo “Sexo en Nueva York” –el final de una serie, en realidad- o “Guerra de novias”, que no dudo que sean rudimentarias, pero se veía venir; empiezo a sospechar que le llevó bien el propio Pérez-Reverte, bien alguna señora o señorita a la que aullaron de más, en justa venganza.

Sin embargo, alguna de sus comedias profundas, como él mismo las define, no me vale; a riesgo de que me coman viva los más clásicos, “El bazar de las sorpresas” de Lubitsch aparte de contar con James Stewart y tener la particularidad de ocurrir en Hungría, es igual de intrascendente que “Tienes un e-mail”, y no me parecen tan distintas, me causan la misma indiferencia, aunque respeto a Lubitsch como cineasta pionero y hacedor de comedias sofisticadas y soy consciente de que esta no es su mejor obra; me hace más gracia, me emociona y me dice más toda la serie de “Moonlighting”, otra obra basada en la atracción entre opuestos, aunque seguramente sea por ser de una generación más audiovisual que la suya acostumbrada a los remakes, los homenajes, las citas , los plagios descarados, el batido de referencias o incluso a valorar alguna ficción televisiva por encima de muchas películas.

Sobre la supuesta solemnidad hueca de según que cine y en especial del cine social, existe demasiadas veces mucha distancia entre lo que se anuncia y lo que acabas viendo, aquello que llaman pretensiones y pobre del que tenga ni media que se lo apuntan y como no coincida punto por punto con lo que se hayan figurado esa semana, piden su cabeza en periódicos, semanarios y críticas macarras a lo Boyero. Pero hay muchos más factores que intervienen en esa clase de resultados dudosos u obras fallidas, e igual que no hay que despreciar una comedia sólo por el hecho de serlo, tampoco habría que hacerlo con todo el cine social, estoy segura de que Javier sabe que eso es un revanchismo a evitar, por no hablar de que puede existir la comedia social, como “Full Monty” o el cine social romántico, como “The Constant Gardener”, una dolorosa punzada en el costado que salió inesperadamente de un bestseller, un género puede trascender sus propias convenciones y convertirse en otro, mezclarse con otro o que eso ni importe, si la película es buena. Otra cosa es que se promocione de forma engañosa, ahí ya entraríamos en otros temas.

De Allen, sólo decir que probablemente un día le haga un post y que no estoy de acuerdo en que sus últimas películas sean tan deleznables, él sí es un buen ejemplo de comedias profundas, y más aún, con una personalidad muy determinada y que han creado escuela, que es lo mejor que le puede pasar a la obra de uno.

Y por último, teniendo en cuenta que Marías habla de grandes novelas que son también libros graciosos, resulta imprudente en extremo por su parte remarcar eso cuando su narrativa no se podría describir jamás de ese segundo modo, sin ánimo de ofender, puesto que a mí me apasiona su relato minucioso, lejos de desagradarme o parecerme aburrido. Y para solemnidad y profundidad y belleza exacta de los sentimientos y pensamientos más cotidianos convertidos en misterio insondable, las suyas y de lo mejor, en sí mismo tiene un muy buen ejemplo de que no es necesario ser ligero y cómico para agradar; menos mal que algunos románticos trasnochados comprendemos la necesidad y hasta la voluntad de sufrir en ocasiones, y no en reprimirnos o lobotomizarnos al menor rasguño.
A veces será necesario tocar fondo para volver a subir a la superficie, y para ello nos harán falta todo tipo de dolores enlatados, para eso sirven.

Confío en la inteligencia y el buen criterio del Rey de Redonda, y estoy segura de que él también lo comprende y no me queda claro el motivo último de un artículo así, que supongo turbia suma de factores.

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