domingo, 1 de octubre de 2006

IDA Y VUELTA AL INFIERNO III



En el día de ayer, en mis últimos diez kilómetros de vuelta del trabajo, he podido ser testigo de algo que quizá andaba deseando inconscientemente: el perfecto reverso de los anteriores viajes siendo la víctima inconsciente de racismos injustificados, valga la redundancia. He de añadir al caso expuesto con anterioridad que un día, el extremeño radical se decidió a preguntarme si mi hermana cogía el bus, que nos parecemos mucho, que seguro éramos hermanas, y yo le dije que sí y también tuve que responder afirmando que era de Mallorca y de aquí de verdad, lo cual le hizo volverse verdiblanco y balbucear "Ah...yo pensaba que eras peninsular". Y no me ha vuelto a decir nada, esperemos que esta plancha le haga pensar un poquito, al menos.

Para empezar, ayer llevábamos el chófer típicamente andaluz, cincuenta años o así, con cadenas de oro, gafas en la cabeza, muy alegre y muy amable, que siempre me perdona viajes y me dice "Niña, hoy te va a costá el viaje barato", aparte de poner sevillanas todo el tiempo, lo cual te proporciona divertidas escenas de algún guiri tapándose los oídos. Yo sólo pido un busero popero con gafas de pasta que ponga La Casa Azul y Franz Ferdinand, por lo demás ninguna queja, es un señor que me cae bien y no me gusta que se metan con él.

El problema fue que en algún punto de la ruta, al ser sábado, se subieron tres adolescentes al bus, tres pijas mallorquinotas de algún pueblo interior especialmente endogámico, aunque una de ellas era negra y hablaba mallorquín perfecto, por lo que su actitud me pareció aún más vergonzante que la de sus compañeras. No me creo que no haya tenido ningún problema por su color, debería ser más comprensiva con estas cosas.

Esas dos eran las típicas foquitas de buena familia rellenas de sobrasada cara y forradas de vaqueros de marca, tops y con sus perlas de varias vueltas al cuello; excepto la chica afromallorquina, ninguna de ellas destacaba por belleza y tampoco por su inteligencia, me temo, y en esto debo incluirlas a las tres. Tampoco superaban los dieciséis años, pero ser tan zorras y tan falsas no augura nada bueno, suerte que es muy probable que jamás sean compañeras de trabajo de nadie y se casen con alguno de esos chicos que no las habían llamado, lo cual no me sorprende. Vaya petardas.

Cuando el hombre nos preguntó a todos a ver si le acompañábamos a poner gasolina, lo cuál no deja de ser una mala costumbre, algún día les van a llamar la atención, pero al menos este no dice "Vamos a poner gasolina" como el otro, sino que lo pide de forma educada y si es que no, se jode, que el otro seguro que hasta te baja del bus sin contemplación alguna. Las pijas le respondieron con un acento mallorquín muy pronunciado hecho a propósito, -creedme que sé de lo que estoy hablando, es algo que puedo distinguir- que "no tenían prisa", lo cual era mentira, según demostrarían en imprudentes comentarios posteriores hechos a voz en grito.

Mientras estábamos parados en la gasolinera unos cinco o diez minutos comó máximo, lo que tarda en rellenarse el tanque del vehículo y que él aprovecha para ir a comprarse algo para cenar, sospecho -el otro se fuma además un cigarrillo y hace comentarios sobre los mallorquines, y ahí te quedas veinte minutos buenos, aunque en este caso se los hubieran merecido-, las niñas empezaron a quejarse de un examen de catalán que tenían, y que si hablaban mal o hablaban foraster se confundirían y lo llenarían todo de barbarismes como "ordenar": un barbarismo es una palabra castellana que catalanizamos y usamos en lugar de la original, se supone que es una falta del habla, para quién no lo sepa. A mí me dieron ganas de girarme y decirles es castellano o español, no "foraster", pandilla de paletas.

Haciendo un inciso lingüístico, lo único que se me ocurre es que se refiriesen a "ordenar" como "mandar", que en mallorquín no existe, "ordenar" se refiere sólo al hecho de clasificar las cosas o ponerlas en su sitio. Si no era así, estaban confundidas y las van a suspender :P

No se acabó aquí el espectáculo de mentes tan cerradas; además empezaron a quejarse de la lentitud del chófer en mallorquín, de forma maliciosa, ya que se suponía que el hombre no las entendería; no vi que diese muestras de nada, ya que iba y venía, quizá no las escuchaba, pese a que hablaban a gritos de que si la lentitud fuese oro, ellas ya serían millonarias, lo cual me dió ganas de girarme y decirles: ya, millonarias es lo único que vais a ser...

Si no querían venir, podían haber sido honestas y decirlo, no dedicarse a montar este penoso show y creerse más guays por ello; no dije nada porque como son menores, pues igual te encuentras con una de esas cuarentonas con mechas rubias denunciándote por haber agredido verbalmente a sus hijas o similar, y no me apetece que unos pijos encima se queden con la mitad de mi sueldo para dar una lección a la defensora de los forasters o algo peor.

Lo que podéis hacer todos, víctimas de la endogamia o el adoctrinamiento infantil y extremeños radicales es montar una asociación de Mantenimiento de la Pura Identidad Mononeuronal junto con los pasajeros del ya célebre avión a Dortmund que no fueron capaces de pedir disculpas a alguien a quién habían confundido con un terrorista por su aspecto, demostrando que al menos ellos no han cambiado mucho desde la II Guerra Mundial, aunque no descarto que viniesen envalentonados de uno de nuestros hoteles, por lo que es a mí a la que le entran ganas de pedir disculpas.

Quizá esta noche escriba un post un poco más positivo, a modo de balance de la temporada, aunque también incluirá alguna que otra observación sarcástica, qué remedio.



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