sábado, 11 de febrero de 2006

EL ABUSO ESTABLECIDO



-Jo mataria tots es hotelers, com a es Romanov.

-Jo també.

Yo y una compañera de clase, descargando nuestra frustración de forma impúdica e imprudente, mientras planchábamos, ante la atónita presencia de la profesora de prácticas.

Como mis más fieles lectores sabréis, llevo casi dos años cursando un módulo de Técnico en Alojamiento en el instituto de mi ciudad, con una temporalización especial para trabajadores; es decir, un curso de duración normal se convierte en cuatrimestral y se da entre temporada y temporada, para que los recepcionistas y demás puedan acceder al mismo sin tener que faltar a clase y así mejorar o asegurar su posición en sus respectivas empresas.

El año pasado, mis entonces nueve compañeros y yo fuimos vilmente manipulados por un funcionario mentiroso patológico profesional, que aparte de robarnos treinta euros, se fue al otro instituto de la isla en el que se puede cursar este módulo, con temporalización normal. Este invierno llamamos un día allí en el recreo y nos enteramos de que está de baja; además vive en el puerto y a veces ha venido a recoger a su hija, que hace el módulo de Restaurante y Bar en nuestro ahora hotel-instituto. Finge no conocernos, según dos de mis compañeras con las que se topó.

Damos clase en un gélido apartamento vacío, con una pizarra blanca apoyada sobre dos sillas, un triste radiador que no calienta nada, una cafetera comprada entre todos porque todos los cafés de los alrededores están cerrados hasta abril, además de que está algo sucia, excepto la mesa y el fregadero -hemos acabado trayendo cada uno su taza- ya que tampoco vamos a comprar los productos de limpieza nosotros encima. El hotel por supuesto, nos hace pagar hasta alguna fotocopia de los apuntes de otro que tengamos que hacer y hasta les cuesta darnos una botella de agua cuando olvidamos ir a comprarla, y de encender la calefacción ni hablar, así acaben amputándonos los pies a todos un día de estos.

Los ahora siete alumnos pasamos toda las mañanas laborables sentados alrededor de cuatro mesas del comedor juntas, como parvulitos: uno se fue para trabajar con su padre y la otra se casó este noviembre y ahora trabaja en las oficinas de la hotelera en la que llevaba diez años. En primero hay apuntados quince y sólo vienen tres a clase.
A resultas de esta última deserción, ahora soy la abuela y delegada, cosa que olvido continuamente, siempre me había escabullido y en el último momento me pillan, aunque siendo los que somos no hace mucha falta, claro. Y visto lo visto, no iba a servir de mucho lo que pudiésemos decirle a un hipotético consejo escolar.

En la lavandería, los siete pringaditos pasamos muchas horas de una asignatura llamada "Regiduría de pisos" -cómo ser limpiadora, así de claro- aprendiendo a cargar lavadoras industriales, meter los manteles y servilletas en secadoras, y luego a plancharlos. Además decoramos el comedor con centros y pijadas cuando hay un servicio, aparte de lavar y planchar todo lo que ensucian los alumnos de Restaurante-Bar y ahora cosemos botones y hacemos hilvanes y pespuntes, entre ingeniosos comentarios tipo "Esto parece un taller de chinos", "Yo pensaba que la esclavitud se había abolido" o como me aconsejó que dijera mi padre "Esto parece la Sección Femenina de la Falange"...

A pesar del lógico malestar generado al quejarse la tutora que una parte importante de la clase se escabullía los días de prácticas, que era un cuarenta por ciento de la nota y que algunos se iban a llevar una sorpresa, no termina ahí la cosa: poco a poco se nos ha ido revelando la terrible verdad; si el año pasado se nos informó parcial y erróneamente de que un año de trabajo convalidaba los cuatro meses de prácticas no remuneradas en un hotel de la misma compañía que nos acoge en estos momentos en uno de sus apartamentos-congelador, ahora sabemos por fin que esa convalidación, no sólo no es segura, sino que una parte de las prácticas son imposibles de evitar para todos, incluida servidora con sus cuatro temporadas de experiencia, o un par de compañeros que son fijos en sus hoteles y podrían perder su trabajo.

Encima, no convalidan a nadie con contrato de Ayudante de Recepción, debe adjuntar un certificado de empresa en el que consten las tareas no correspondientes a esa categoría que ha realizado, y entonces es muy posible, aunque no seguro del todo, que se lo convaliden. Por otro lado, de las tres semanas limpiando habitaciones y haciendo camas sin que te paguen ni un euro, ocho horas cada día excepto fines de semana y festivos, no se libra nadie, a pesar de que se nos había dicho que si incluíamos tareas como camarera de pisos en el certificado era muy posible que sí...pues ahora es que no, lo que ha provocado cierta tensión entre la tutora y una compañera en especial, muy decepcionada y vulnerable, que desembocó en una agria discusión entre ellas no hace mucho.

Las tres somos de la misma franja de edad, esta compañera tiene dos años menos que yo y hasta el año pasado trabajaba en la panadería de su familia y la tutora tiene tres años más que yo, y debido a ciertas actitudes y anécdotas, estoy pensando que quizá no deba tenerla en tan buena consideración como la tenía: uno de mis compañeros ya consideró que era una facha, porque se nota que es una niña bien, de colegio de monjas, se casó muy joven y ya tiene dos hijos, justifica mucho a los empresarios, su catalán es estándar y procura no usarlo aunque se sacó el curso, su padre es militar etc., aunque ahora pienso más bien en las cosas que nos dice sin perder esa sonrisa fría, en sus ojos como botones negros de plástico brillante, en que esta semana fuimos a una feria a repartir folletos vestidos como si fuera una puesta de largo y yo no podía repartir nada, no quería camelar a los chavales, estaba asqueada, pensaba en lo que ocurrió en mi anterior módulo y veía a profesores de ese módulo fingiendo no reconocerme, en otro stand de Administración, los mismos que contribuyeron a mi expulsión subrepticia del instituto por mi artículo contra la política de puertas cerradas.

"Estás despreciando a las camareras, I., no puedes ponerlas a ellas allí y a los recepcionistas aquí", haciendo gestos con la mano simulando diferentes alturas ( cuando I. dijo "Yo no he estudiado para limpiar habitaciones")

"No te van a explotar, no te van a dar un carro y te van a mandar a hacer habitaciones, no eres una trabajadora más y yo vendré cada semana a ver cómo estáis" ( algo a lo que yo respondí "Hay gente muy lista", y se quedó en silencio)

"Para tener un título oficial, hay que renunciar a muchas cosas"

Esto último lo dijo el otro día en la clase, y lejos de consolarme, cada vez me enerva más. No tengo ninguna confianza en los hoteleros, y sé que voy a pasar tres semanas haciendo un trabajo durísimo por nada, y sufriendo el lógico recelo por parte de la gobernanta y las limpiadoras, que estarán encantadas de vengarse de una teórica princesita de la recepción, haciéndola trabajar como una negra, aparte de los accidentes que podría sufrir debido a mi torpeza e inexperiencia en estas lides -una cosa es limpiar tu habitación y barrer el salón o la entrada y otra muy distinta hacerlo en serie, a toda prisa y de forma profesional- y la posibilidad de ser amenazada por el jefe para trabajar más de la cuenta, allanando aún más el camino a mi parte más psicótica.

Y si van a ser cuatro meses de recepción, no voy a dejar la oportunidad de cambiar mi vida por un estúpido título, que se lo metan por el culo y ya se enterará cierto periódico de lo que están haciendo, que no lo duden ni un segundo. Es posible que haga eso igualmente, aunque sólo sean tres semanas de mucama, cuando tenga el título bien agarrado.

Y pensar que a un pobre señor le negáis una Cesta de Navidad por pertenecer a UGT, a otros les decís que si se unen a un sindicato se buscan problemas, no pagáis las horas extras, decís que el Estatuto de los Trabajadores son cuentos, nos ponéis a desequilibrados mediocres para mandarnos a su capricho, exigís títulos e idiomas y no los valoráis, nos dejáis a merced de cualquiera para que nos haga la vida imposible, sin importar que eso pueda destruirnos como personas o que acabemos quitándonos la vida, y luego encima os reís de la gente en su cara, sabiendo que hay desesperados que se ofrecen por cualquier cosa.

¿Por qué tengo que respetar a estas "personas"? ¿por qué no puedo hacerles daño? ¿por qué ser una buena persona se parece tanto a ser un cobarde y un conformista? ¿qué hay de bueno en seguir soportando esta situación, qué sentido tiene?

Ya sé que me marcho, que esa es mi solución, pero probablemente me encuentre otra vez con esta situación, y pienso que esto podría llegar muy lejos, que podrían exigirte cualquier cosa, la mitad de tu sueldo, o me haces un mamada cada día o te despedimos, quiero follarme a tu hija adolescente, entrégame a tu primogénito, dame tu colección de comics etc.

Pero claro, es lo que hay, ya nos acostumbraremos, como a las hipotecas de 125 años.


*Añadido de comment de interés que hice y que cuenta lo que diez días más tarde me haría estallar en lágrimas, harta de estar a merced de gente de prácticas y sus caprichos y carencias. Entonces no supe ver que a nadie le importaba lo que pasara con nosotros, que esta FP acabaría siendo sólo para ser gobernanta, y que quizá unos recepcionistas no pintábamos mucho allí a menos que quisieras pasarte a Turismo, carrera que es un sinsentido hacer si no tienes un puesto asegurado como directivo en alguna cadena o establecimiento. No había que llorar ni preocuparse demasiado, no valía la pena y todos lo sabían, y lo saben. Me alegro de haber sido lo sarcástica y respondona que fui en ocasiones, se lo merecían.

8 de febrero de 2015.



Una más:

Hace poco hicimos un examen de un tema que nos dió una de las chicas de prácticas: nos dió un manual y nos dijo que NO cogiéramos apuntes y que la escuchásemos y que NO lo teníamos que estudiar...se ve que la última clase antes de la prueba, a la que yo no fui por hallarme indispuesta, se quejó de que nadie había cogido apuntes y dió un esquema que de bien poco sirvió a aquellas alturas.

Por si esto no fuese suficiente muestra de incompetencia total o quizá prueba de algún oscuro pacto para bajarnos la nota a todos y de paso la posibilidad de protestar demasiado, dado nuestro teórico poco interés en el módulo, en el examen nos dice que sólo podemos tener el lápiz, el boli y una goma, y como yo dije "bueno, yo sólo tengo boli", me respondió que "Yo soy quién dice lo que tenéis que tener en la mesa", como si tuviésemos siete años o fuésemos los internos en su reformatorio.

Las preguntas por supuesto, fueron todas del manual que NO nos habíamos estudiado, porque ELLA LO HABIA DICHO; además, no se nos dió tiempo suficiente para las dos preguntas kilométricas que nos había puesto, una de ellas consistía en diseñar un control nosotros mismos para mejorar la eficacia de la comunicación entre Pisos y Lavandería: cómo sólo tenía dos minutos para contestarla, puse que usaban "walkie-talkies" lo cual va a ser muy malinterpretado como una burla, cuando lo que sí era una burla era su actitud infantil y soberbia de decir "Cuando salga por la puerta ya no acepto más exámenes eh" e irse yendo como si fuera aquello un juego.

Ahora veremos qué nota tenemos; según como vaya la cosa, creo que deberíamos solicitar que las notas de las chicas de prácticas no contaran igual que otra, ya que no puede ser que nos usen de conejillos de indias y aprovechen eso para bajarnos la nota y fingir que el módulo es "difícil", para darse pisto, complicándolo porque sí.

En el recreo, ante los planes de futuro de los otros, que además se ocupan de lanzar al aire opiniones sobre lo estresante que es Madrid, que hasta Barcelona lo es menos, tales como "Yo viviré en el campo con un cerdo y una oveja", ya opuse un sarcástico "Pues yo quiero tener mi propio grupo terrorista".

Pues cuidao que no fuese broma...



No hay comentarios: