miércoles, 7 de julio de 2004

CARTAS AL DIRECTOR


Hoy he encontrado en mi mail un acuse de recibo de aquel experimento epistolar sociomediático que tenía ya medio olvidado de puro asumido su fracaso, de El País, nada menos: era de esperar que rechazaran publicarla, debido a su extensión y virulencia, y ya no soy tan ingenua como para no imaginar que ese mail es el mismo para todos, pero no deja de darme esperanzas al respecto. Quizá resumiéndola y siendo más sutil en mis apreciaciones de la actual situación de la industria turística...

Al final creo que deberé claudicar en mis aspiraciones revolucionarias, al menos por unos meses y en pro de que necesito el dinero, aunque ya no sea tan joven. Sin ir más lejos, hace poco he descubierto que la directora puso como condición para serlo, puesto que al parecer, en nómina consta como jefa de recepción, participar de las comisiones de los empleados...colosal.

Desde que he visto que de todas formas no puedo quejarme a nadie, que no hay escapatoria, no sé muy bien qué camino tomar, cómo no sean las de Villadiego, y seguramente, por eso ando escribiendo cartas que no llegarán jamás a nada. No sé si tendría razón mi padre cuando me dijo que no hablara mal de los hoteleros hasta que estuviera fuera del gremio, pero por otro lado, no dejo de pensar que eso es de cobardes, y que sólo va a dejar las cosas como están. Mientras tanto, sigo trabajando tanto que ayer ya llevaba tres o cuatro clientes que me preguntaban "When do you go home? you seem to be always behind that desk"*...

En realidad, me dejo un tema en el tintero, no por descuido sino voluntariamente, ya que deseo ver su evolución antes de pronunciarme o no sobre ello. Espero que no sea preciso.

*¿Cuándo se va usted a casa? parece estar siempre detrás de ese mostrador.

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