jueves, 11 de marzo de 2004

UNA CARTA INTERRUMPIDA


Me he pasado la mañana escribiendo una carta en la biblioteca, así que no me he enterado de lo que había ocurrido hasta casi las doce, ya que la bibliotecaria me ha interrumpido sin darme explicación ninguna de lo sucedido y me ha dicho que íbamos al ayuntamiento a hacer cinco minutos de silencio, y que luego volveríamos.

Bueno, por alguna razón mi habitual languidez, agudizada por la falta de sueño y lo enfrascada que estaba en mi tarea, que quería concluir un párrafo de una manera en especial, me ha jugado una mala pasada y hemos llegado un poco tarde...un minuto, ya ves. Así que en plena calle, casi al lado del portal, cuando volvíamos, la señora de la limpieza se me gira y me espeta, delante de los dos bibliotecarios que "si esta niñita se hubiera dado más prisa...que a mí me parece muy bien que no quieras participar en estas cosas, pero lo que no me parece bien es que no nos dejes participar a nosotros" (?).... bueno, entonces me he quedado en blanco como me suele ocurrir y esta vez ha sido mi nula capacidad de respuesta la que me ha traicionado. Me he quedado a cuadros, que es que a mí no me sale esto de contestar ni me va a salir nunca, y claro luego estaba rabiosa y no he podido continuar la carta, pensando que hay que ver, que es que no me salen las respuestas nunca cuando las necesito, y que quién era esta tía, que bastante melancólica estaba ya para que encima me vinieran con esas etc...vamos, esa clase de pensamiento positivo que me caracteriza.

Que conste que le podría haber dicho mil cosas que se me han ocurrido veinte minutos después, como es tradición en esta olla de grillos que tengo sobre los hombros: que si tienes el síndrome premenstrual o qué, que si es por llevar tantos años limpiando suelos, que si a mí se me ocurre hablarle así a un cliente me despiden etc., hasta he pensado en hacer de guiri resentido y resacoso y pedir el libro de reclamaciones por semejante acto de soberbia, teniendo en cuenta que si esta señora, por enfadada que estuviese, hubiese usado la lógica, se hubiera dado cuenta de que yo no sabía lo que había pasado y que por lo tanto no era consciente de la gravedad y seriedad de ese momento, que ahora a ver si me van a poner de insolidaria y lentorra para arriba y me van a quemar delante del ayuntamiento o similar.

Al final me he sentido pequeña otra vez, no he llegado a tiempo, no he sabido defenderme, he quedado como una pelele...y encima me he chivado a la bibliotecaria y le he pedido explicaciones sobre el comportamiento de la tipa malhumorada esta, a lo cual me ha respondido que no me preocupara, que esta tía era así. No veas la bronca que me ha caído en mi casa, que si eres una lenta, que si les das la razón a tus tíos, que no te llevas bien con la gente del pueblo, que ahora habrá otra persona más que diga por ahí que eres una tonta...un millón de gracias, abuela. Tenga usted familia para esto.

Pero todo esto ha quedado ensombrecido por lo ocurrido en Madrid, supongo que si me lo hubieran explicado hubiera recogido mis cosas más aprisa, que tampoco es que lo haya hecho con intención, ni mucho menos, eso que quede claro. Me ha molestado mucho que se me tildara de insolidaria así por la cara, por un despiste, puesto que cuando he visto la magnitud de lo sucedido no he podido más que ir al inet a ver qué había sido de la gente de Madrid: siento que haya habido tantas muertes y tantos heridos, pero tomando ejemplo de esta desafortunada anécdota, no puedo más que pensar que no debemos dejarnos llevar por la rabia y dejar que estos desalmados nos dividan o controlen lo que votamos o dejamos de votar, o que nos pongan unos en contra de otros, no nos dejemos llevar por la furia o la desolación como esta desconsiderada limpiadora que se ha creído con derecho a juzgar implacablemente a una desconocida que estaba distraída en su mundo epistolar, poco observadora, inmersa en sus cavilaciones habituales...bueno, nada más. Un abrazo a todos y ánimo.

*Bueno, ahora he tenido más tiempo para digerir lo ocurrido y llevar este post un poco más lejos, más allá de mí misma , que era su intención original, ir de lo personal y anécdotico a lo general y universal de esta terrible tragedia: sobre todo después de toda una tarde-noche tragando telediarios de diversa índole, algunos explotando bochornosamente los sentimientos a flor de piel del horrorizado televidente español, de cualquiera que haya visitado la capital o tenga amigos allí, y haya pensado en la posibilidad de haberlos perdido para siempre, aunque sólo fuera un segundo.

Por alguna razón sigo aturdida o anestesiada frente a esto, quizá es demasiado duro para poder verlo con claridad y deberé esperar aún a poder añadir más líneas a este post, cuando haya asimilado mejor este desastre de magnitudes insospechadas, me temo. De momento, sólo se me ocurre solidarizarme con todas esas familias rotas y no dejo de tener la extraña sensación de que hoy la vida parece tener menos sentido que nunca, que es como si el camino que llevaba mi mente ayer se hubiera esfumado, como si todo fuera humo y caos.

Espero que esta vez se me entienda, esta vez se me siguen escondiendo las emociones. No puedo hacer más, sencillamente, al menos de momento.


*Escrito tras los comentarios, a eso de las 0:27.


**Añadido 12 de febrero de 2015. Ahora lo puedo decir, fuera de insultos clasistas o machistas, que no tenían razón de ser y por los que pido disculpas, esa señora se merecía que le dijese lo que seguramente era lo que le pasaba; que quería quedar bien y punto. Teniendo amigos en Madrid, me correspondía mucho más a mí que a ella preocuparme, y suerte tuvo que no quise sus falsas disculpas, en ese sentido sigo pensando lo mismo, y me parece ridícula tanta preocupación por lo que piensen personas que se basan en habladurías, menuda presión tenía que aguantar. No niego que algún día sería interesante saber cuánto han influido todas esas teóricas habladurías, si las hay, más la fama de mi familia materna y la paterna y todas las rencillas subsiguientes. Toma estructuras, al menos estas me las puedo dejar aquí, mira. 


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