miércoles, 10 de septiembre de 2003

EN UN MUNDO PIRATA



Recordad, en un barco pirata, en aguas piratas, en un mundo pirata, no hagáis preguntas. Creed sólo lo que veáis. No, creed sólo la mitad de lo que veáis.

Burt Lancaster en "The Crimson Pirate" de Robert Siodmak.


En una disoluta jornada más de compras en la ciudad, mi consanguínea menor y yo fuimos a ver "Piratas del Caribe", que por supuesto no es mejor que la película a la que homenajeo más arriba, pero se deja ver, a pesar de su excesivo metraje o su incoherente final. Es muy entretenida y le debe gran parte de su eficacia a un inconmensurable Johnny Depp, entre Barbarroja y Bocarrosa, aquel pirata de Forges que "limpiaba la cubierta fenómeno" según sus compañeros comentaban mientras caminaba sobre la tabla, una escena clásica que tampoco falta en este film.

De haber estado sola hubiera ido a ver Enigma, pero a mi hermana no le gustan ni Jeremy Northam ni las películas inglesas especialmente. De todas formas, creo que puede esperar al dvd o a a ser apresada en alguna de nuestras incursiones en Port Mule :P


Finalmente fui al bodorrio de mi primo; cómo son los más ricos y él anda metido en política regional, aquello fue más o menos de alto copete, así que era obligado ir de largo: de modo que las ovejas negras fuimos de asistentes a los Oscars por un día, incluso uno de ellos se atrevió a decirnos que no nos había conocido de elegantes que íbamos...^__^U

Tenemos que soportar muchas como ésa, afortunadamente la mayoría de las veces ni les escucho y procuro hacerme la sueca, no como mi hermano X. el subversivo, que es la única arma realmente efectiva que tenemos. Sin embargo, no dijo nada a eso. Estaría distraído.

De todas formas, sé que mi atuendo y un cierto desdén fueron los adecuados, dada la mesa que me asignaron, en la que unos cuántos matrimonios de treintañeros relativamente recientes se dedicaron a una conversación excluyente sobre amigos suyos, las monadas de sus niños y cómo habían encontrado su vestido, sólo interrumpida por maliciosas indagaciones acerca de mi misteriosa vida nocturna y las habituales andanadas de piropos y dobles sentidos evidentes por parte de uno de mis primos políticos. Supongo que la culpa de eso hay que echársela a mi al parecer excesivo escote, que provocó ojos abiertos como platos, comentarios diversos, y que el trío cubano que cantaba en cada mesa me dedicara una frase de una canción sobre un caimán, algo de si tenía los ojos "pardos naturales" bastante gracioso.

Si era un escote palabra de honor -que no se cae, de ahí el nombre- , pero con unos tirantes muy finos, ni se veía canalillo. Exageraos que son. Lo que pasa es que las otras iban muy discretas, excepto la del vestido rojo y la del vestido negro, ambas con wonderbra, que me salvaron del escándalo. Gracias, hijas mías.

Cómo volveré a ponerme todo el conjunto en Nochevieja, intentaré postear una foto entonces. O no. :P

Al prever la típica incomodidad entre familiares con los que apenas te llevas, y encima borrachos, me excusé y me largué con mi amiga, a continuar lo que ya es una absurda persecución que la va a llevar al desastre. Lo sé porque identifico los síntomas de esa cosa llamada amor, que me temo que sólo sea por una de las partes. Al menos, estaré allí cuando venga la tormenta que seguro ha de venir, que decía una canción de Luz Casal que siempre me viene a la cabeza en estos casos.

Lo sé porque el otro día hablé con él, tuvimos una conversación en la que yo le relaté el intento de humillación del que fui objeto por parte de su mejor amigo y el hecho de que ni nos dirigía la palabra, aparte de fingir no vernos...parecía no saber nada, aunque intentó justificarlo diciendo que llevaría cuatro copas y lo haría sin pensárselo mucho, y se quedó un rato pensando; luego me relató su versión y su visión de su asunto con mi amiga. Creo que lo entendí demasiado bien, y no consigo que me escuche, pese a que he intentando decírselo.

En cuánto al moreno cabrón, el otro día se sucedió un amago de justicia poética; me lo encontré de sopetón en el banco y nos miramos durante un segundo de pasmo eterno; entonces dijo "Hola, qué tal", a lo que yo contesté "Bien"...luego lo tuve delante durante una buena cantidad de minutos en la cola, y el tío no se atrevió a girarse ni una sola vez. Tuve grandes tentaciones de invitarle a un café y exponer lo que pensaba, pero no hubo agallas y sabía que no tenía tiempo y debía atender otros asuntos de mayor urgencia esa misma mañana. Además, él llevaba el uniforme de su trabajo, así que no estaría para monsergas.

Es curioso, porque la otra noche soñé que venía al hotel a pedirme perdón con un gran ramo de flores. Decididamente, tengo el subconsciente averiado, no da ni una el pobre.


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