viernes, 6 de febrero de 2004
LA TONTERÍA DE LULÚ
Ayer acabé por fin las doscientas sesenta páginas de "Las edades de Lulú" y no puedo sino constatar la decepción sufrida: siendo Almudena Grandes una de mis autoras favoritas, lo último que me esperaba era que uno de sus libros me resbalara de este modo. Entiendo que fue su primera novela, que quizá este tema muchas veces se queda en lo superficial, pero si ella ganó en su día, cómo serían los otros...tengo entendido que este año el premio de La Sonrisa Vertical ha quedado desierto, por la falta de calidad de las novelas presentadas: según el jurado, si les ponía estaba mal escrito y si estaba bien escrito no les ponía. Pues vaya.
Es muy posible que el tono y las intenciones del libro no conecten en absoluto con mis gustos en materia sexual; en él se dan cita justo el tipo de fantasías que a mí me resultan más grotescas que excitantes, por no decir que no me van nada, y menos si en el fondo se habla de sometimiento y gusto por el dolor, demasiado masoquismo para mí. En demasiadas ocasiones no he podido entender de qué va la protagonista, como se deja hacer todo eso, incluso que la obliguen o la fuercen claramente, sin tratarse de un juego y que encima se crea que le gusta, por no hablar de su dependencia casi monstruosa del tal Pablo.
Si bien se apuntan un par de ideas interesantes, cómo por ejemplo, lo curioso que es que ella se salte la norma impuesta por Pablo de "Una sola dosis de cada cosa" y por ello acabe dónde acabe o que diga que incluso tras un incesto, nada menos, él haga que pueda regresar "sana y salva" al otro lado, a una cierta normalidad. Eso habla de límites y eso sí me interesa, una pena que ni se profundice en las implicaciones emocionales de todo eso ni en los motivos de Lulú para llegar hasta la degradación más absoluta, más bien se profundiza en otros ámbitos de mánera tan sórdida como brutal y hasta dolorosa si me apuras, y si no me apuras, también.
Al quedarse en una grotesca superficialidad, hace aparecer a la protagonista como una caprichosa inconsciente que al final tuviese una especie de merecido, al acabar en una fiesta sadomaso, y aún así continua con su mentor, que a mí lo que me apetecía de verdad es que las hostias le tocaran a él...yo no sé si este final podría considerarse moralista o no. Quizá sea como aquella frase de Wilde sobre que internarse bajo la superficie es algo que debe hacerse bajo tu cuenta y riesgo, que no es el caso tampoco, que le salvan el pellejo o tiene suerte, lo que queráis, que también parece que casi la palma por viciosa y gilipollas, y yo no sé si dar esa impresión es una buena idea en una novela erótica, es posible que esté confundida al respecto.
La verdad es que ha sido como una ducha fría, sobre todo comparado con sus escenas de siempre imbricadas en sus tramas habituales sobre mujeres fuertes, curiosamente, quizá sea esta la más débil de sus protagonistas, aunque acabe por resistirlo todo pero todo...ouch!!
Y ahora qué hago con este libro, si lo dono a la biblioteca igual se lo toman como una venganza personal...
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