jueves, 6 de noviembre de 2008

MELANCOLÍA MONUMENTAL



Lo peor de todo no es la causa, sino el efecto; no me importa no poder comprar esto o lo otro, me preocupa no tener un momento de sosiego, no ser capaz de distraerme con nada, que todo me irrite más que nunca, especialmente las conversaciones ajenas o las neuras y paranoias que me asaltan día y noche sobre casi cualquier hecho o situación. Me temo que llevo semanas así, hasta creo que la tendinitis de mi mano izquierda es consecuencia más del estrés que de una mala postura al teclear en uno de esos curros monótonos, grises y encima temporales.

De algún modo, la realidad parece confabularse para mantener esta hipervigilancia que me asola; en el trabajo no paran de meterse con cualquier persona que no sea madrileña de toda la vida y siguen creyéndose apolíticos y que "no son de nada" cuando curiosamente sólo les molestan las ideas de izquierdas, que al parecer, no son "de sentido común". Además creen que la crisis mundial la tiene que arreglar el presidente, él solito, cuando es evidente que va a tener que ser entre todos aunque seas de esos que van diciendo "no leas periódicos y no leas tanto, que sólo sirve para no ser feliz".

Me voy al restaurante a comer, habiendo pasado un rato agradable escuchando a una mesa de valencianos y otra de catalanes el día anterior, y entonces tengo que presenciar como el camarero les miente a unos clientes haciéndose el chulo y diciendo que si los catalanes son muy estirados, que si querían callos a la catalana, que si viene alguien con la camiseta del Barça no entra etc., como si esas personas le hubiesen hecho algo o estuviesen obligadas a contarle chistes para demostrar que son abiertos; el problema es que yo estaba presente y sé que eso no es así, que dijeron gracias y por favor, como un murciano cualquiera. Es una suerte que al menos esta loca peligrosa sea razonable y esté dispuesta a hacer el esfuerzo de pensar que no por eso todos los madrileños son unos mentirosos, tal como hacen otros con personas de otras provincias, buscando confirmar sus prejuicios hasta el punto de adecuar la realidad a sus viles propósitos. De todas formas, ahora sé de dónde sale tanta leyenda urbana sobre mis primos, si bien ya lo suponía.

De verdad que cada día me cuesta más encontrar motivos para intentar comprender a esta clase de gente, gente en el peor sentido de la palabra, pura masa sin personalidad, tópicos andantes que casi que se merecen todo lo que se nos viene encima. Estoy cansada de ceder y ceder sin hacer ni decir nada -porque no vale la pena, porque hay que pasar, no hay que dejar que te afecte- mientras estos se quedan ahí tan anchos y no paran de decir gilipolleces, de insultar a la gente, de creerse mejores que nadie, de tener siempre razón y de pasarse las consignas de la radio y el bar cada mañana; que las mujeres somos muy malas, que los homosexuales no se pueden casar, que los de izquierdas somos unos pobres ilusos, aunque bueno, los otros tampoco eh, pero claro, pero menos, que son más honestos en cuánto a sus malas intenciones.

Naturalmente, trato de no escuchar, de no pensar, pero es inútil. Cada hora del día que pasa encuentro algo más por lo que preocuparme, me vuelvo a plantear escribir ese viejo post mío que me ronda, ese sobre porqué el humor no es una panacea ni algo neutro que no vaya a favor ni en contra de nadie, y que no siempre es una solución, sólo varía el punto de vista, no resuelve nada, y menos si se usa con falta de sentido de la oportunidad, de consideración o de confianza.

Sé que es una monstruosidad, pero creo que el humor me va pareciendo más un arma contra otros a medida que pasa el tiempo, seguramente me pesa mi pasado como blanco móvil, supongo que nunca voy a poder verlo del mismo modo que los demás. Me entristecen los chistes vulgares, los correos chabacanos, cualquier tontería que se meta con alguien en concreto y no me haga gracia porque veo demasiado bien el mal fondo; quizá tenga salvación y se trate de un tipo concreto de humor que simplemente me sobrepasa o pienso que desvaloriza y desautoriza ideas aparentemente aceptadas por todos sólo por cuestionarlas y demostrar lo cool que se es, sin pensar en que igual es más importante no armar un cristo o no herir a un amigo que eso o la irresponsabilidad de poner en duda valores progresistas que a lo mejor no están tan arraigados como parecen, que se les puede estar haciendo el juego a quiénes de verdad piensan así.

Me gustaría escribir muchos más posts, pero se cruzan con este gran muro de incertidumbre y tristeza, con la sensación de que no saldré de esta, no saldremos de esta y acabaremos hablando solos y desdentados en la Gran Vía, o un día me despertaré y estará prohibido que las mujeres vayamos a trabajar y un estado totalitario me obligará a tener un hijo bajo pena de muerte, quizá el día menos pensado habrá una Noche de los Lápices y desapareceré y me torturarán horriblemente por mis ideas, a lo mejor mi mano no se volverá a mover normalmente nunca más, que odio a muerte a todo y todos con alquna honrosa excepción, que debería irme a Barcelona, que no estoy ni para las gilipolleces que siempre me habían gustado y que si alguien me toca mucho las narices ya no sé de qué sería capaz.



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