lunes, 19 de enero de 2004

UN LUNES SIN SOL


I'm broke but I'm happy
I'm poor but I'm kind
I'm short but I'm healthy, yeah
I'm high but I'm grounded
I'm sane but I'm overwhelmed
I'm lost but I'm hopeful baby 
What it all comes down to
Is that everything's gonna be fine fine fine

Alanis Morisette, "Hand in my pocket"

Tampoco es que la primera línea de la canción, "Estoy arruinada pero soy feliz", sea estrictamente cierta a efectos prácticos: afortunadamente soy muy ahorrativa y recortando aquí y allí, puedo ir tirando hasta encontrar otro trabajo, que tampoco tiene por qué tardar años. Como máximo, debería darme de plazo personal hasta este próximo verano, aunque empiezo a ser un poco vieja para iniciarme en otro sector, no sé si debería continuar en la recepción, ya que he demostrado que se me da bien y tampoco es que sea un trabajo duro en un sentido físico, quizá emocional sí, pero bueno. Si consiguiera que el próximo hotel tuviese una clientela un poco decente, o incluso tres estrellas, pero en serio...


Sin embargo, sí es verdad que me siento extraña y relativamente feliz, a pesar de seguir atrapada en esta ciudad hibernada y hostil que cada día me resulta más ajena, espero que próxima a convertirse en una urbe llena de anonimato y franquicias en no menos de diez años. A ver si hoy también me lo creo :P

Tampoco es que lo vea todo de color de rosa, aún no he llegado a esos niveles de autismo recalcitrante que te proporcionan premios en un concurso, por ejemplo...digamos que se ve todo en un nuevo color cambiante e indefinido, que parece que ya no llega a aquellos negros viscosos que me hundían en la miseria. Es posible que la racionalización y la reducción de la incidencia y la frecuencia de mis accesos de melancolía se los deba a la evidente evolución personal padecida este año, que es que ha sido lo nunca visto: esas aventuras y esos viajes que siempre formaron parte de ficciones en soportes diversos o de la emocionante vida de otros al fin me han llegado...sigo temiendo un retroceso, pero no quiero creer que suceda ya, porque pienso poner todo de mi parte para no volver a encerrarme en mi mundo nunca más.

Así y todo, el viernes por la noche salí, no demasiado animada: aunque nunca ha vuelto a producirse algo como lo que me sucedió tras mi primer viaje, aquella desesperación que me provocó llantinas irreprimibles en pleno pub al experimentar el contraste entre lo que yo creía ideal y lo que yo creía inadmisible, sí temía entristecerme de nuevo y actuar de aguafiestas profesional, cosa que mis amigos del pueblo tampoco se merecen, que también habrán aguantado lo suyo e irán a relajarse y no a una sesión de psicoanálisis: eso para domingos resacosos y tardes desocupadas.

Cómo ya he explicado más o menos en comentarios hechos por ahí, estábamos en plena fiesta de San Antonio y había hogueras por doquier, tanto en mi ciudad como en la ciudad a la que nos trasladamos: mientras paseaba por el infierno que me correspondía por empadronamiento, no pude evitar enfurecerme disimulada e interiormente por las apreciaciones hechas por lo que según mi visión no podía tratarse más que de una maruja despechada, intentando creerse que se reía de otra más joven, imagino que soltera y libre, para más inri, que por lo que decía ella "aspiraba a más", sólo por haberse ido a la capital...sé que fue una tontería encenderse por eso, pero de verdad que estuve a punto de decirle algo entre cruel y sarcástico. Es posible que estuviera muerta de hambre porque creía que iríamos a cenar unas deliciosas tapas en la otra ciudad, aunque allí estuviese de mejor humor por los Bailey's y porque Operación Triunfo está prohibida en sus pubs: tantos años sin vibrar con el Smells like teen spirit de Nirvana...

El sábado fue mejor, puesto que fui a cenar a un chino con una amiga que acaba de dejar a su novio y la conversación fue más variada de lo habitual, aparte de lo buena que es esa comida y lo bien que sienta. La charla versó sobre la diferencia entre urbe y pueblo de interés puramente turístico, ya que ella es de Málaga: valoraba la tranquilidad, más que nada, aunque estuvo de acuerdo en que aquí nos faltaba de todo, que por no tener, no tenemos ni cine, circunstancia que me ha resultado especialmente fastidiosa desde siempre.

Más tarde se nos añadió la amiga de siempre e hicimos el recorrido habitual, en el que nos volvieron a fallar los Falleros de Cabronia, que sólo hemos visto al buenazo aparente un par de veces, y la verdad es que sigue queriendo quedar demasiado bien para mi gusto, a ver cuando pasa de mi amiga, pero de verdad...y le agradecería además que no me mirara de esa manera tan significativa, porque entonces tendremos que hablar de qué pretendemos aquí, que sigue sin quedarme claro aunque me temo que se trata de juegos perversos con el prójimo. Siendo muy positivas, igual es que el chaval está enamorado pero hay arrecifes tan puntiagudos que cualquier barco se detendría ante ellos, eso es innegable.

El dilema se me planteó al abordarme un recepcionista de otro hotel de 24 años, moreno, simpático, gracioso y en suma, atractivo...pero no lo suficiente, así que aunque el tipo estuvo a punto de besarme, le dije que no podía ser, que en ese momento me hallaba confundida y así era, en verdad. No sabía si era porque el tipo no me iba, porque no me apetecía mucho o porque quizá no me apetecía con él, sino con otro, más bien...digamos que en fin, creo que esta vez no eché de menos sólo Madrid.


Bueno, a lo mejor si hubiera sido moreno cabrón...

:P

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