jueves, 15 de enero de 2004

CONVIVENCIAS DEL COPÓN 2004


El marinero y el capitán se reunieron en un bar y encargaron otra botella de ron

Una vez más, Los Rodríguez y su Milonga del Marinero y el Capitán.


Digamos que las cosas se complicaron, que el FBI y la Armada Invencible resolvieron celebrar un congreso entre ambos organismos cuyo programa de actos incluiría una serie de ejercicios espirituales repartidos en cinco jornadas, orientados a la salvación de las torturadas almas de ambos agentes del orden, atormentados por dudas sin cuento. Y ese congreso tuvo lugar del siete al doce de enero, en el año de Nuestro Señor de 2004 con sede en un hotel de tres estrellas de la Gran Vía, en una habitación del octavo piso con una tele apagada, excepto algún telediario y algún episodio de los Simpson más un exiguo y milagrosamente intocado minibar. Eso pasa por no poner martini, herejes.

Este es el relato de cómo un par de valerosos compañeros del Departamento Socialista de Fenómenos Paranormales, protegidos por sus americanas mágicas de pana -la mía de color crudo, la suya, marrón como sus intenciones- y el recuerdo de la peluca de Carrillo, con al menos uno de ellos dispuesto a asaltar la Moncloa con el loable propósito de no dejar a ni uno de los Ánsar inviolado, se pasearon por Madrid, por Callao e incluso por un Gen X cerrado a cal y canto con un aluvión de frikis esperando su dosis: todo ello sin encontrarse con ningún urbanita conocido hasta que se les ocurrió quedar, más que nada porque no se sabía qué era peor, si arriesgarse a un encontronazo con alguno de los más porteras en una librería de viejo o quedar directamente, por ejemplo, y que les llevaran los demonios luego.


Jornada I: Miércoles de Ceniza

"Pero tú también has venido socialista..."
El Capitán en el aeropuerto, ante lo adecuado de mi atuendo. :P

Esta vez parecía que el tiempo no avanzaba, que nunca llegaría ese momento en el avión frente al zumo de tomate, planeando sobre las nubes, sin llegar a ver tierra jamás: en cuánto me di cuenta, ya estaba con otros baleáricos y algunos canarios esperando las maletas durante más de media hora. No pude evitar pensar que otra vez se habían olvidado de nosotros, como en el mapa del tiempo de antaño. Ya me había llamado, pero fuera me esperaba el Capitán Cocoa, cuyo innato sentido de la orientación contrarrestaría perfectamente mi falta absoluta del mismo, también genética: dános un mapa a mi madre y a mí y no nos volverás a ver en la vida.

Ya enfrente de la máquina del metro, volví a hacer el numerito de meter las monedas en la ranura de las tarjetas, iniciando una de mis habituales series de torpezas varias: en el vagón cedimos el asiento a una octogenaria inglesa que tras observarnos atentamente mientras charlábamos escudada tras sus gruesas gafas sin pudor aparente, no dudo en comunicarme que tenía una beautiful face, amable gesto de agradecimiento que fue interpretado como un claro intento de ligue por parte del malicioso del Capitán. Una vez en la ciudad, dejamos las maletas en la habitación asignada y buscamos un sitio que no fuera una franquicia, con comida de verdad, aunque después de las pizzas recaláramos en el dichoso Starbucks.

De vuelta en el hotel, hicimos el ridículo por ignorar que debíamos insertar la tarjeta-llave en el enchufe para tener luz e intentamos contactar con algún urbanita, siguiendo el plan A: en teoría sólo se sabía de mi presencia, ya que habíamos ocultado deliberadamente la identidad de mi acompañante -para reirnos nosotros antes, se supone :P- , definido de forma nebulosa como "un amigo del foro del cine" (JO JO JO); pero andaban todos liados ese día, y sólo EmeA, que era mi único confidente y estaba enterado de quién era ese amigo nos acompañó al VIPS, en una emocionante cena en la que no faltaron ni tortitas ni sirope ni mi primera Ensalada de Pasta Infinita, que no había quién se terminara aquello.

Luego volvimos a nuestra particular capilla, el Capitán sacó la Biblia, yo saqué el parchís y se sucedió la primera de una sucesión de castas e irreprochables veladas cristianas, aunque sin la ingestión de bebida espirituosa alguna, cómo mandan las Escrituras. Ni siquiera hubo una mesilla de noche entre nosotros.

Jornada II: Jueves Santo

"¡¡Sí, lo has adivinado!!"
E. ante su café vienés

"Pero qué sutil eres..."
D. ante su batido de fresa

A pesar de la intensidad de nuestras oraciones, me pasé el resto de noche que me quedaba para dormir mirando el reloj y acabé por levantarme a las nueve, aunque sólo fuera por lo que tardo en ducharme: cincuenta minutos según el Capitán. Tengo un insomnio raro en los viajes, como si quisiera aprovechar hasta el último minuto, en plan aquella cancioncilla de Bon Jovi, "I´ll sleep when I´m dead". Acabamos de nuevo en el Starbucks de Callao, deseosos de restregar nuestro provincianismo por sus siempre ocupados sofás y volvimos a caer, en los cafés de mocca blanco, en los muffins deliciosos, removiendo en vasitos de plástico con palitos y expresión soñadora.

Por si no hubiéramos pecado suficiente, nos adentramos en el FNAC, en la sección de libros concretamente: una vez más detesté las ediciones disponibles de "El guardián entre el centeno", tanto la de bolsillo como la de tapa dura, que encima se hallaba en pésimas condiciones. Cómo no quería gastar en exceso, sólo me llevé "Atlas de geografía humana" de Almudena Grandes, en edición de Tusquets, que me gusta mucho; era uno de esos libros que no compré en su día por vete a saber qué estúpido motivo y que andaba echando de menos.

En la sección musical no encontré ni el "Let it be" original ni los Past Masters, ni el blanco ni el negro, así que examiné algunos trabajos del Duque Blanco, decantándome por un añorado recopilatorio que solía sacar de la biblioteca y que tenía hasta aquel Hallo Spaceboy con los Pet Shop Boys que tanto me gustaba. Y es que Bowie quizá sea mejor en pequeñas dosis escogidas. Mientras tanto, el Capitán estaba pergeñando una hábil estrategia para forzar aún más el desviado camino emprendido por mis eclécticos gustos, por el sencillo procedimiento de alargarme un Greatest Hits de sus bienamados Faith No More en plena escalera mecánica, en un hermoso gesto que demuestra su sinpar gentileza con las damas, ofreciendo además un presente de lo más instructivo, musicalmente hablando.

Tratando de evitar las acechantes franquicias que de seguro visitaríamos en compañía de nuestros conocidos capitalinos, acabamos en aquel célebre restaurante presuntamente alemán, protagonista de otras crónicas y otras expofrikis: las chicas iban vestidas de Heidi, pero a mí me recordó a un renombrado celler de Palma, aunque quizá eso sea más lógico qué curioso...eso sí, el menú llevaba peineta y mantilla, puesto que consistió en pollo a las finas hierbas de segundo, unas verduritas para el señor de primero y una crema de zanahorias para la señorita, elección poco germánica que mereció alguna pullita que otra por parte del muy cabroncete, que quería salchichas nada menos. Entretanto, y viendo que los desprevenidos urbanitas seguían sin ni olerse el pastel de la verdadera identidad de mi amigo, "Vicente" según mi madre (?) y "De León" según rumores comunicados por Eme A (¿?), envié un incitante mensaje al bueno de Germán , que en principio no se podía venir a comer, ahora después de saber que "mi amigo tiene ganas de veros" (JO JO JO) decidió citarnos en el Centro del Universo.

Y hasta allí se dirigieron nuestros agentes, contando con la inestimable colaboración de X, alias La Negra Más Cotilla del Mundo , cómo se demostraría más tarde en el feo asunto de La Revelación del Abecedario, del que he entresacado la intervención exacta de E., esa gran amiga de la sutileza, a fin de aclarar su papel en el mismo. Pero no era aquí dónde queríamos estar, sino en Callao, con el coqueto solapado de Cocoa acicalándose en el hotel y Xiscally y EmeA a la espera del incauto Hombrecillo Verde , que nada más llegar me hizo preguntas tan divertidas como "¿Estás segura de que es un hombre?" "Muy segura" , contestó esta agente :P; mientras sus cejas se alzaban extrañadas ante tal atrevimiento, fue sorprendido por la egregia figura del Capitán, que le asaltó efusivamente desde atrás como es su peculiar costumbre, provocando unas expresivas miradas, primero a mí y luego a él, que venían a calificarnos de malmasones para arriba...aún aturdido por la felonía padecida, fue capaz de llevar a cabo su fría venganza: conducirnos hasta La Pepita, terrorífica tasca que no conseguiría arredrar a un par de provincianos avezados a antros de perdición similares, con o sin croquetas, dueñas de singular vocabulario -"Abonadme el metal", les dijo a unos morosos aparentes- o prohibiciones expresas apuntadas en una hoja de cuadritos pegada en la pared sobre que si porros y drogas aquí no, que en la calle, supongo que debidas a la impresión general de pella multitudinaria de facultad producida por la clientela allí apretujada. Y precisamente ahí aprovechó aquel joven y verdoso Mariñas tabernario para dispararnos su traicionera afoto en vistas a agenciarse la exclusiva. Menos mal que no la iba a publicar, que si no...:P

Tras abandonar el bareto, nos llegamos a la Gran Vía, dónde casi tenemos la oportunidad de comprobar la bajura de Mr. Cruise en vivo y en directo, lo que el muy hobbit sólo se dignó aparecer en una pantalla colgada en el exterior de los cines. Pero pasamos de mitomanías y nos metimos en el Café y Té sentándonos ante unas bebidas de seguro inocuas, pero aparentemente potenciadoras de la tontería que habita en todos nosotros, resultando de ello una conversación progresivamente jugosa, durante la cual le estalló un móvil a uno de los camareros del bar, podría decirse que de forma profética. No sé si sería por mencionar a cierto cojo mentiroso al que se cogía incluso antes que a los perezosos de los documentales.

Total, que nos retiramos a nuestros aposentos, barruntando ya que nuestras almas se verían turbadas al día siguiente por comentarios de todo pelaje, que irían de lo jocosamente isleño a lo contundentemente malagueño.


Jornada III: Viernes Santo


¡¡Pero qué bestia!!

El Capitán y Xiscally al unísono en el cibercafé al leer el mensaje de Serandel...O_OU


No sé si ya condenados a vagar por Callao por los siglos de los siglos, debido al estropicio de la continuidad de las Crónicas e Historias Aún Por Ocurrir, retornamos una mañana más al Starbucks: no sé si fue ese día en el que logramos sentarnos en las butacas para seguir departiendo sobre el devenir cósmico y contarnos batallitas estudiantiles de adolescencia. Por desgracia, no acababa aquí nuestra irremediable adicción a las pócimas del enemigo yankee: el Capitán, en un arrebato impropio de su rojo corazón, fue y adquirió una taza del establecimiento, mientras yo dejaba que una de las empleadas me rebautizase inexplicablemente como Beatriz al apuntar mi nombre en el vaso. Pues vale, pues mola, pues me alegro :P

Nuestro buen juicio nos obligó a detenernos en un cibercafé a auscultar el inet, para comprobar que nuestra foto salía en primera plana, convirtiéndonos en la segura comidilla de nuestra Logia, ahora más negra y peligrosa que nunca. El Capitán aprovechó para mandar un mensaje aclaratorio sobre la Revelación del Abecedario y lo dejamos así, temiéndonos lo peor, que no tardaría en llegar en forma de quince mensajes que ya veríamos en otro momento: la reacción ante uno de ellos encabeza este capítulo a modo de cita.

Para empezar, el abogado de la corporación ya nos había localizado: quedamos con Towsend y Tanita en un kebab; durante la espera del letrado vimos a Elisa Matilla, y el día anterior ya habíamos visto a Daniel Guzmán...digo yo que porque no nos podemos topar con algún escritor, en vez de tanto actorcillo de televisión. Durante todo el kebab estuve al borde del apacalipsis now , pero conseguí no mancharme ni nada. A continuación fuimos al Café Di Mario, en el que se presentaron Germán y Yo_Verde, acabando esta última por marcharse con Tania, momento que aprovecharon los tres caballeros para iniciar una animada e interesante conversación sobre política que me limité a escuchar, que no es lo mío. Tan sólo pronuncié el nombre de una conocida banda terrorista alemana, la Baader-Meinhof , al saber de ellos por haber leído "El honor perdido de Katharina Blum" de Friedrich Dürrenmatt y por un documental sobre Ulrike Meinhof en el Canal 33. Acabaron la charla en el despacho de Tow -Germán dijo no se qué de que tenía toda su colección de dreamies africanos allí, en la pared :P- y como tenía trabajo que hacer, acompañamos a nuestro marciano favorito a buscar a Irene a la estación de autobuses, y luego a la óptica. El Capitán comentó que fuera de sus dos o tres calles, el resto de la ciudad le parecía lupanario, aunque dijo que Chamberí le recordaba a Granada.

Nuevamente solitos en la gran ciudad, debimos enfrentarnos a mi indecisión crónica, a mis "hum", mis "no sé", de forma que finalmente fuimos a un restaurante francés llamado La Fromagerie Normandie o similar, ya que el afrancesado incorruptible de Cocoa quería experimentar el ambiente intelectual. Debido a lo angosto del espacio entre la silla y la mesa, yo la aparté de forma descuidada, derribando un biombo pegado a la misma que fue a impactar contra la barra, provocando la carcajada general de todos los presentes, camarero argentino incluido, que no podía ni hablarme el tío. Monsieur Le Capitan me reconvino el haber atentado contra la integridad artística del lugar, pero ya no podía parar de reír, y más reí cuando vino otro camarero a equilibrarnos la mesa, que previamente había sido calificada por mí como "coja y mentirosa" entre risitas tontas :P

Encima había un intelectual canoso pimplándose cognacs y cosas peores. Culturetas...habría que confesar que lo más sabroso fue la factura, incluso más que la Ensalada de Pasta Infinita II, que acabó por finiquitarse de todos modos. Pese a que ya eran las once y media de la noche, volvimos al Starbucks...no tenemos perdón, lo sé. Nada ni nadie hubiera podido salvarnos ya.

Menos mal que justo después teníamos pendientes unos ejercicios espirituales de esos que revitalizan la fe más extraviada...


Jornada IV: Sábado Santo

"Hoy estoy muy liado, pero mañana almuerzo y ceno con vosotros, J."

Mensaje de Sark el día anterior...

Apenas dormimos esa noche, pensando en lo que nos aguardaba en el Starbucks: allí nos encontró con nuestros cafés y mi primer muffin de arándanos... primero vino con regalos "una cosa redonda y plana", decía el tipo que eran las chapitas de "Pesadilla antes de Navidad", lleno de curiosidad de todo tipo y dispuesto a insinuar maliciosamente lo que fuere a la mínima. Luego nos teletransportamos a Gen X, que vendría a ser nuestro punto de encuentro durante todo el día, amén de un recorrido capitalista en busca de dvds diversos: en el FNAC vi una carísima edición de "Hannibal", pero en el Corte Inglés había una oferta de tres dvds por la cual esa me salió más barata y además pude comprar "Pesadilla antes de Navidad" y "Cotton Club". El Capitán se compro también la de Burton, "El Gran Lebowski" y "La naranja mecánica". Anteriormente, había aprovechado un quiosco para hacerse con "Los caballeros de la Mesa Cuadrada" y "La vida de Brian" de los Monty Python.

Después nos fuimos a comer algo, mediante el procedimiento madrileño que consiste en quitar primero los sitios a los que no quieres ir, o las comidas que no te apetecen: sí, pasamos por delante de un sitio de perritos calientes. Y no, no me gustan...así que fuimos al Museo del Jamón, en el que comprobamos por primera vez que la idea capitalina de la ensaladilla rusa no coincide con la idea del mismo plato en otros lares. Esta jugada la repetiríamos en nuestra última cena, la del domingo, para encontrarnos con el mismo problema: trozos demasiado grandes, mayonesa evidente y lechuga y tomate absurdamente añadidos dónde no debería haberlos. Están locos estos madrileños. :P

Fue una suerte para ellos que me pusieran mil de café, y que me gusten tanto las croquetas, que si no me enfado y no respiro...

Luego regresamos a Gen X hasta que llegaron Ana y Alfredo, con los que fuimos a una cervecería cercana, Sacred Ground: esta vez los martinis no se me escaparon, me bebí un par y hubo las típicas Preguntitas de la Señorita Pepis de Cuando El Otro se Va al Baño :P; creo que a él también le preguntaron esa pandilla de porteras irredentas. Cómo si no les bastara con sus perversas imaginaciones... si ella hasta me susurró que tenía los ojos muy bonitos, pero que se le caían los pantalones. Soy de la misma opinión, si bien lo de los pantalones es irrelevante, me quedo con la mirada de tigre que llameas en los bosques de la noche...:P

Así que nos arrastraron al Kinépolis y a Foster's Hollywood, donde curiosamente ocupamos una mesa reservada a nombre de un tal PAM y tragamos una comida hipercalórica a duras penas. Para mí que hasta el café estaba rebozado...luego vimos "El último samurai", trasunto de Shogun poco convincente, sobre todo por protagonizarlo semejante nenaza con pelo power que ni en mil años te creerías que es un héroe de guerra atormentado y alcohólico. Se merecia lo que Sark comentó sobre el final: "Lo hice por ti y por tu rancho"...al ser una sesión de madrugada, volvimos al hotel a las cuatro y media. Aún así, no descuidamos nuestros ejercicios.


Jornada V: Domingo de Pentecostés

Estos madrileños...
El Capitán durante toda la semana

Esta vez nos levantamos tan tarde que no pudimos ir al Starbucks ni de broma, pero algún día había que recuperar el sueño dilapidado durante los días anteriores, aparte de mejorar nuestro lamentable estado: mi resfriado se había instalado virulentamente en el Sr. Cocoa y yo estaba algo afónica. Fuimos a comer a una especie de franquicia pretendidamente mediterránea, que no estaba mal del todo...luego intentamos quedar con un par de urbanitas que no habíamos visto por no estar en condiciones para asistir a un cumpleaños en un karaoke, pero no respondieron, así que hicimos tiempo paseando hasta el Palacio Real y la Catedral de la Almudena -mi madre, que quería una foto típica- y luego volvimos a casa, por así decirlo, dónde nos entretuvimos brevemente, para luego volver a salir a cenar al cibercafé de al lado, dónde nos la volvieron a dar con la ensaladilla urbanita incomible y no tuvimos más remedio que regresar para nuestros últimos y necesarios ejercicios, ya que el pecado no espera a nadie.


Jornada VI: Monday, monday...

"Retrasamos el vuelo X porque nos sale de los cojones"
Azafata imaginaria de Barajas

Bueno, y llegamos a la última mañana, que pasamos en un neblinoso aeropuerto sito en la Dimensión Desconocida, en la que el buen Capitán sufrió los percances descritos en su blog: a mí me llamó cuando estaba en la librería del aeropuerto para que hablara con la señorita de Iberia. Al final a él le mandaron a Málaga -qué mala idea, diso- y a mí sólo me tuvieron una hora esperando, si bien me tocó un azafato gay muy gracioso que no se fijó en el estropicio nª1.425, esta vez con el zumo de tomate que salpicó mi cinturón, salvaguardando así la integridad de mis vaqueros.

Y así se terminó este estimulante viaje. (JO JO JO)

:P

*Este informe de múltiples lecturas fue redactado con los himnos religiosos del Predicador Bowie y los coros de la Iglesia de Mike Patton de fondo, cantidades escandalosas de café, un par de kit-kats y una bolsa de Doritos, alguna que otra conversación de msn con el Capitán, el imprescindible y sincero arrepentimiento de servidora por haberle dejado escenarios dignos del CSI variados a la pobre Juany** durante nuestra estancia y presión mediática diversa.

**La camarera de pisos. Debería ser "Juani", pero así lo había escrito ella en el cartelito que había en la habitación, así que se lo respeto, qué menos.

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