viernes, 25 de julio de 2003

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE LA SALMONELLA



En las últimas semanas he estado leyendo weblogs de todo tipo, buscando orientación sobre una imaginaria línea a seguir; no sé si será el calor extremo que te hace desear que trasladen la recepción a la pecera del restaurante, pero me cuesta bastante aclararme con lo que quiero contar aquí, hasta me he planteado si debería seguir escribiendo, tal es la sensación de bloqueo creativo general que tengo. No hago más que revivir viejos posts gloriosos, en un saqueo continuo de mi disco duro...espero que con los fríos vuelva la inspiración.

Por otro lado, últimamente el tiempo invita a salir y prefiero vivir a contarla, que queréis. Es más, en el último mes creo no haber visto ni una sola película, aunque tengo excusa: mi dvd sigue sin funcionar correctamente, y la redacción de la interminable misiva veraniega de todos los años a mi mejor amigo por carta me ha tenido ocupadas todas estas semanas -finalmente tendrá dos páginas más :P- y en vez de coger uno de los tres o cuatro libros sin estrenar que me quedan, decidí releer El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez.


Hacía años que no releía nada, y pienso que he hecho mal abandonando esa costumbre. A veces resulta tan revelador...antes no entendía a Florentino Ariza y ahora me enternece esa determinación en su amor imposible por lo que no es otra cosa que una imagen idealizada que él se ha formado de alguien, y eso que sigo sin recordar al final, aunque sí expresiones como "la lucidez perversa de la nostalgia" o la entrañable pelea entre Fermina Daza y el Doctor Urbino por no querer admitir ella que olvidó comprar jabón. Lo malo es que continuamente me confundo con algunas historias que aparecen en Cien años de soledad.

Es curioso que el libro que elegí al azar de una estantería a punto de reventar de novedades pendientes, parece el más adecuado para ilustrar la sorprendente situación en la que me hallo: lo que parecía un rollo de sábados, una aventura con un chico más joven, parece haberme creado ciertos vínculos emocionales que creí estar evitando...hoy una compañera me dijo que en el establecimiento en el que trabaja había pasado algo -una intoxicación generalizada que probablemente les deje a todos en la calle, en realidad- , y por un momento, me he angustiado pensando qué podría haberle pasado, si podrían haberle hecho daño...no me digas que...

No creo que deba permitir esto. O sí, que me quiten lo bailado.

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