domingo, 29 de junio de 2003

JUGUETES OCHENTOSOS




There´s a starman waiting in the sky...

Esta es la Nancy de Famosa que siempre quise y nunca me compraron: se llamaba Selene, se supone que venía de la luna, se le encendían los ojos si levantabas el medallón con una "S" que llevaba colgado, creo, y vamos, que era para mí, lo supe desde que la vi en el escaparate.

Las que sí tuve fueron dos de esas castañas con los ojos oscuros de toda la vida: a diferencia de mi hermana, jamás me compré una de las rubias con ojos azules, siempre me molestó que todas las muñecas fueran pequeñas y pálidas walkirias nórdicas, recuerdo que me parecía injusto seguramente porque no me identificaría con ellas.

No tengo memoria apenas de la primera, pero sí de la segunda; se trataba de una nueva variedad que podía doblar las rodillas y sentarse; desgraciadamente la que me trajeron los Reyes era defectuosa y tenía una pierna más corta que otra, incluso lo tuve que contar delante de toda mi siempre hostil clase de quinto de EGB y lo que recibí a cambio fue un largo ooooh... de conmiseración. Al final a la pobre muñeca, aunque con esa dismetría subsanada por la dueña de la juguetería, se le veían las rodillas, con lo que quedó convertida en una suerte de Nancy cyborg, pariente cercana de la selenita de mis sueños.


En cuánto a sus vestidos y demás complementos, debido a nuestra mermada economía familiar, no tuvieron muchos; se pasaban el día con su atuendo de aerobic o similar original y el mayor lujo del que dispuso Nancystein fue un megahortera tocador blanco de cajones fucsia. Recuerdo haber pasado horas mirando los minúsculos catálogos, suspirando por un fondo de armario que jamás podría reunir y preguntándome que querría decir Ingenua, que era el título de uno de los modelos que lucían las Nancys en aquel intento de Vogue en pequeñito y cuyo significado no comprendería hasta muchos años después.


Las Barbies nunca me gustaron demasiado, también tuve dos, ambas con el pelo hasta los pies, que era el detalle que más me gustaba de ellas; concretamente eran de las razas Modelo y Hawaii, que al llevar bañador eran más baratas y me permitían comprarles un vestidito al menos. Tenía la fea costumbre de "ahogarlas" en el lavabo y observar cómo su belleza se hacía aún más nítida y perfecta...


También tuve un Nenuco al que yo creí niña en un principio, pero por ciertos detalles anatómicos me di cuenta de que tendría que cambiarle el nombre, porque yo bautizaba a cada una de mis muñecas, para mí era de gran importancia que tuviesen un nombre...:D


En cuánto a material de Playmobil, he de decir que fuimos bastante afortunados: tuvimos la granja y la clase, que eran mías, y mis hermanos menores tenían el soñado Barco Pirata :b que por ser los cuatro muy del buscar y destruir -no nos queda ni un juguete- es actualmente el bebedero de nuestro gato y sus amigos.


También teníamos una nave espacial redonda que mis hermanos solían arrojar desde la terraza e incluso llegamos a montar un pueblo entero: mis argumentos solían oscilar entre un asesino que vivía en un lugar más apartado y elevado del jardín, normalmente las raíces de la vieja palmera, que sigue ahí, que siempre se iba llevando a los niños del lugar hasta que la policía lo descubría y cuando solía montar la granja de los clicks en un lado y el chalet de mi hermana de Pin y Pon -yo tuve la casa de Pin y Pon, que era una maleta espeluznantemente rosa- en otro, imaginando que se trataba de dos bandas rivales sobre las que al final se imponía el amor. Una temprana visión del Romeo y Julieta de Zeffirelli tendría mucho que ver en todo esto.


Cómo ya he declarado en algún que otro foro, nunca conseguí resolver el cubo de Rubik y los juegos de mesa nunca se me dieron demasiado bien: en la actualidad sólo puedo jactarme de haber ganado el Trivial en numerosas ocasiones y de olvidar todos los juegos de cartas habidos y por haber que me hayan explicado transcurrido cierto tiempo, así como las reglas del ajedrez y las damas.


La verdad es que solía pensar más en los libros que había en la biblioteca que en las muñecas y demás juguetes, que me servían sobre todo para escenificar todo lo que me apeteciese. También es que solía jugar sola o con mis hermanos debido a mis problemas de comunicación y mis nulas habilidades sociales, tristes aunque pasadas circunstancias que me hicieron buscar refugio en actividades solitarias.


Lo siento, me temo que esto resulta algo melancólico para empezar, pero así os entretenéis con algo: supongo que cuánto más se acerca una a los treinta, con mayor nitidez vuelven ciertos detalles de la infancia. Con razón cada vez que veo un yo-yo me dan ganas de comprarlo, por una cosa que se me daba bien...:P

*18 de abril de 2015. Un aviso a los que buscan juguetes de coleccionista: no lo soy y no os puedo ayudar, lo siento; que si no, venís a preguntar y me da pena no poder deciros nada, gracias y que tengáis suerte en vuestra búsqueda. 


No hay comentarios: