sábado, 7 de noviembre de 2009

TRISTES PREJUICIOS



Sólo tengo cuatro prejuicios personales: los alemanes e ingleses con cadenita de oro y tatuajes que se creen dioses por estar en un hotelito cutre, cierta gente cuya ideología o teórica falta de la misma se compone de dogmas, refranes y el tópico en el que se creen incluidos elevado y celebrado a la décima potencia, los empresarios, esos entes deshumanizados ahítos de poder y prebendas a costa de la vida del trabajador -tanto el mezquino y avaricioso propietario de una pyme como el impío ejecutivo de una multinacional , me da igual- y por último, los psicólogos y psiquiatras, la Policía Mental que se ocupa de que los raritos más manejables no molestemos y que jamás en la vida conseguirán que un acosador laboral, por ejemplo, vaya a su consulta.

Cuando el baile del instituto se ha terminado por fin y Carrie White sale de su ducha de sangre y fuego, lo razono y veo que las cosas no pueden ser tan sencillas; todos generalizamos en un momento u otro, pero habría que ser siempre conscientes de lo que puede implicar, de que podemos estar ofendiendo a los presentes y sobre todo, que de ninguna manera es la verdad absoluta sobre un grupo de personas ni nos ayuda a saber cómo es nadie, las veces que se pueda corresponder con la realidad es porque el pobre que tenemos enfrente ha acabado creyéndose que porque es andaluz tiene que gustarle el flamenco sin hacerle demasiada ilusión o que porque es una mujer tiene que hacer todo en casa, aunque tenga dos trabajos y cinco hijos, que nadie debe ni puede compartir las labores domésticas con ella, que es “su sitio”.

Además, es importante que no caigamos en la ofensa gratuita y vayamos por ahí diciendo que todos los hombres son unos cerdos y son tontos como si fueran animales y no personas, llamando panchitos a los inmigrantes como si fuera menos ofensivo que guachupinos o maketos o catalufos o cualquier otra denominación despectiva dirigida a un colectivo del que recelemos por traumas diversos que se pueda evitar perfectamente, y si no podemos, deberíamos pensar sobre ello y proponernos no hacerlo la próxima vez que nos enfademos y no nos demos cuenta que ese borde que nos ha contestado mal es mucho antes borde que vasco, por ejemplo y que puede tener un mal día, como tenemos todos.

Naturalmente, no olvido que a veces se trate de bromas entre amigos, pero estas deben producirse en un clima de confianza e igualdad, para reírse con y nunca para reírse de, que tenemos derecho a que alguien no nos guste, pero no tenemos porqué implicar a toda su provincia o su género en ello, por poner. Insisto, todos caemos, caímos y caeremos algunas veces en esta falta, pero es muy importante no dejarse llevar y acabar siendo un imbécil y un desconsiderado quizá para demasiada gente que puede valer la pena, y sobre todo, por nosotros mismos.

No digo tampoco que no se pueda partir de una generalización, siempre peligrosa, pero hay que acabar matizando siempre, reconociendo todos los grises entre el blanco y el negro; como persona muy tendente a los extremismos y exageraciones, pienso que es necesario realizar un esfuerzo regular en este sentido, pensar lo que queremos decir; en resumen, intentar superar nuestros propios miedos infundados, de modo que no supongan otra barrera en nuestra relación con los demás. Para mí esto es muy importante y siempre estoy trabajando para superar mis propios prejuicios, no me gustan, sé por lo que están motivados y para mí es un objetivo vital racionalizarlos y llegar a eliminarlos del todo, o minimizar sus malos efectos en todo lo posible, de no poder llegar a hacerlos desaparecer, que siempre haya una leve sombra que se aparezca durante un segundo cuando conozca a un alemán, a un empresario o a un psicólogo.

Entiendo que esta es una inquietud muy particular, o al menos eso es lo que me va pareciendo, para mi gran tristeza, y que pocos la van a compartir con esta intensidad, que van a pensar, no sin razón, que soy demasiado severa, aunque entienda que a veces son cosas que se dicen sin pensarlas mucho o que se está jugando con esa clase de conceptos sin tomarlos en serio. Sigo esperando que algunos piensen más lo que dicen en vez de decir lo primero que piensan, quizá si los afectados fuesen ellos se lo pensarían mejor antes de hablar.



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